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REVISTA MAGNA. Buenos Aires
A seis meses de las elecciones, la Presidenta tiene todo bajo control. La única preocupación del cristinismo tiene nombre y apellido: Marcelo Tinelli.
Ni el más fanático oficialista hubiese imaginado estar a sólo seis meses de las elecciones a presidente con la tranquilidad que Cristina está disfrutando por estos días. Los resultados electorales que se han producido hasta el momento (victorias en Catamarca y Salta más un batacazo indefinido en Chubut) y las encuestas que día a día llegan a sus manos en la Casa Rosada, le permiten a la Presidenta dar por sentado que sólo una catástrofe le impedirá continuar en el sillón de Rivadavia por cuatro años más.
Tal vez debamos acudir a Fernando Sabsay, quien -en su libro Presidentes Argentinos- nos ofrece una definición que resume todo lo que hemos querido decir hasta ahora: “La política es un juego que permite a los hábiles y a los audaces burlarse de los ingenuos”. Explicar quienes son los hábiles y quienes los ingenuos sería una obviedad, solo queda resignarnos a ver de que manera los hábiles juegan su juego.
REVISTA MAGNA. Buenos Aires
A seis meses de las elecciones, la Presidenta tiene todo bajo control. La única preocupación del cristinismo tiene nombre y apellido: Marcelo Tinelli.
Ni el más fanático oficialista hubiese imaginado estar a sólo seis meses de las elecciones a presidente con la tranquilidad que Cristina está disfrutando por estos días. Los resultados electorales que se han producido hasta el momento (victorias en Catamarca y Salta más un batacazo indefinido en Chubut) y las encuestas que día a día llegan a sus manos en la Casa Rosada, le permiten a la Presidenta dar por sentado que sólo una catástrofe le impedirá continuar en el sillón de Rivadavia por cuatro años más.Seguramente sea debido a eso que en el Gobierno Nacional no se esté viendo el confrontamiento constante que lo ha caracterizado desde hace ocho años. Existe una sensación de pasividad que sorprende a propios y a extraños y que provoca la resignación en muchos sectores de la oposición. “No tocar nada y dejar todo como está” parece ser la consigna que se les ha impuesto a todos los funcionarios oficialistas.
Este pensamiento coherente y lógico que comanda la propia Presidenta tiene sus bases y explicación en la dominguera expresión futbolística “equipo que gana no se toca”. Hasta en el seno más íntimo del cristinismo toman con incredulidad la excesiva (y creciente) ventaja que Cristina ha conseguido palpar en todas las encuestas; prácticamente no hay ninguna consultora seria que se arriesgue a vaticinar que habrá una segunda vuelta.
Frente al favorable escenario que se presenta para los “K”, desde el Gobierno se ha optado por no dar pasos arriesgados ni cometer conductas que pongan en peligro la agraciada calma que el 2011 les está brindando. Es claro que esta manera de actuar va contra la tradicional e histórica metodología que pregonaba el propio Néstor Kirchner de combatir todo principio que vaya contra el proyecto.
Lejos de ese espíritu combativo, hoy el oficialismo tiene la tarea de posponer todo tipo de conflictos para después de octubre. De no ser así, resulta imposible entender el silencio stampa que se observó la semana pasada ante una nueva embestida de su gran enemigo. El Grupo Clarín tituló durante tres días consecutivos en sus tres matutinos más importantes (Clarín, La Nación y La Razón) el peligro que corre el país ante una inminente estatización de las empresas privadas más importantes.
Quien conoce un poco la esencia del kircherismo hubiese esperado un desfile de voces oficialistas desmintiendo, defenestrando y desprestigiando las tapas de los dos diarios más tradicionales del país. Sin embargo, hasta los más fanáticos k -como 678 y Duro de Domar- han optado por no prestarle mayor importancia al tema y dirigir sus cartuchos en otra dirección para continuar menoscabando al Jefe de Gobierno Porteño.
Temor al Cabezón
No se deje engañar por el subtítulo y crea que en el oficialismo se visualiza la figura del ex presidente Eduardo Duhalde como alguien capaz de poseer una influencia definitoria en las próximas elecciones. Para el cristinismo, de Duhalde se encargó el propio Duhalde y lo único que resta saber es cual será la forma más decorosa en que el ex caudillo bonaerense anunciará la baja de su candidatura.
Aunque parezca increíble e impresionante, el “cabezón” que no deja dormir a más de un oficialista es el mismísimo Marcelo Tinelli. El entorno más cercano a Cristina cree que el animador televisivo es el único capaz de interrumpir la calma y pasividad que se viven por estos días. Hay un sector del Gobierno que sigue con la idea de que Tinelli fue uno de los principales responsables de la derrota de Néstor Kirchner ante De Narváez en el 2007.
Puntualmente, es el ciclo “Gran Cuñado” -con las excelentes imitaciones de Martín Bossi- el que le pone los pelos de punta a los cristinistas. Dicho imitador confirmó esta semana que no estará en Telefe con Susana Giménez y que seguirá en el trece; fue entonces cuando se prendieron las alarmas en el entorno “K”, porque si bien desde Ideas del Sur anuncian que el año estará dedicado exclusivamente al “Bailando por un sueño”, la continuidad del imitador en el programa hace pensar lo contrario.
Una relación con idas y vueltas
La relación de Tinelli con el kirchnerismo tuvo altibajos desde el comienzo. La presencia del matrimonio “K” en Bolívar para inaugurar un megaproyecto del flamante animador televisivo, más el alto populismo que caracterizaba a Néstor y sigue identificando a Marcelo hacían pensar que allá por 2003 nacía una relación fuerte e inquebrantable. El paso del tiempo demostró lo contrario: estrictos controles de la Afip a Ideas del Sur y la sólida amistad de Tinelli con Mauricio Macri significaron recelos que ninguno de los dos bandos estuvo dispuesto a soportar.
La gota que rebalsó el vaso fue lo ocurrido en las vísperas de las elecciones a diputados en el 2009. En Showmatch Freddy Villarreal creó una magnífica imitación del ex Presidente e inmortalizó el “¿Qué te pasha Clarín, estás nerviosho?”. A diferencia de De Narváez (quien sí supo sacarle provecho a su imitación), desde el kirchnerismo tomaron la parodia como una ‘mojada de oreja’ y Néstor decidió ser el único candidato en no estar en el piso del estudio del programa junto a su imitador. Para muchos analistas políticos esa fue la causa de la derrota de Kirchner a manos de De Narváez.
Con Néstor presente, no se dudaría en pensar que los pasos a seguir serían continuar enfrentados a Tinelli y -luego del casi seguro triunfo en octubre- refregarle el mismo en la cara al conductor. Sin embargo, el intento de mantener la calma conseguida y asegurar al máximo la victoria, hacen pensar que Cristina evitará cualquier tipo de encontronazo con Marcelo (esto significa, entre otras cosas, suspender todo tipo de controles impositivos) y prender velas para que este año no se le ocurra volcar su programa televisivo al terreno político.
Más allá de lo que suceda concretamente, resulta lamentable -y hasta inadmisible- que el pulso político de un año electoral esté en manos de una figura del espectáculo. Debe recordarse que lo que está en juego es el destino de 40 millones de personas en los próximos cuatro años. No se trata de un simple juego mediático de ver quién es el más poderoso.
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