viernes, 3 de febrero de 2012

LA MISIÓN DE DANIEL SCIOLI

REVISTA MAGNA. BUENOS AIRES

El Gobernador de Buenos Aires tiene un vice ultra K y es vigilado de cerca por Cristina. Sin embargo, cada vez se muestra más próximo a la oposición.
Carlos Pellegrini integró el Gobierno de Julio Argentino Roca (1980-1986) y luego fue designado Vicepresidente de Juárez Celman en lo que representaba la continuidad de la voluntad de Roca. En un período donde el mundo de la política se movía bajo las huestes de Roca, Pellegrini fue un político íntimamente relacionado con la persona del entonces líder.
Su lealtad y compromiso con la figura de Roca destacaron a Pellegrini sobre el resto de los funcionarios oficialistas. Sin embargo, la crisis del 90 puso fin a la subordinación de Pellegrini. El entonces Vicepresidente creyó que el yerno de Roca (Juárez Celman) estaba destruyendo todo lo conseguido en los años anteriores. A su vez, Roca pensaba que –pese a las acabadas muestras de falta de preparación Imagen: noticiasmdq.comImagen: noticiasmdq.compara el cargo- su yerno no debía renunciar porque dicha dimisión significaría una señal de debilidad que el PAN (Partido Autonomista Nacional) no podría soportar.
Pellegrini supo anticipar como pocos los tiempos adversos para el PAN -y para el país- y comenzó a tejer lazos con distintos líderes opositores (Hipólito Irigoyen y Roque Sanz Peña entre otros); pero nunca dejó de desligarse totalmente del oficialismo.
En el célebre libro “Soy Roca”, Félix Luna rememora un diálogo que Pellegrini mantuvo con el ex Presidente Bartolomé Mitre en plena crisis del 90. Mitre le consultó a Pellegrini sobre su posición con respecto a la situación de Juárez Celman, y el entonces Vice le manifestó que “Salvo el ‘Zorro’ (Roca) todo el mundo cree que debe renunciar; y si todo el mundo está equivocado, todo el mundo tiene razón”. Al finalizar la conversación, Mitre le anticipa que su posición le representará el fin de la simpatía del roquismo. Pellegrini le responde: “Mi misión será poder expresar lo que siento sin que la historia me juzgue como un traidor; creo tener la inteligencia y astucia necesaria para hacerlo”.
Cualquier semejanza NO es mera casualidad
En la actualidad no hay ninguna renuncia en debate, pero quienes pertenecen al entorno de Daniel Scioli aseguran que la situación del Gobernador de Buenos Aires es equiparable a la de Pellegrini en los 90.
Sucede que Scioli espera un 2012 bien movidito y en la mayoría de las vicisitudes que vislumbra para este año no se siente plenamente identificado con el kirchnerismo. A partir de esta premisa podemos entender que el Gobernador le pida públicamente a Hugo Moyano que vuelva a la presidencia del PJ bonaerense, tan sólo horas antes de que el Ministro del Interior sentencie que “hay ciertos renunciamientos en los que no puede darse marcha atrás”. Sólo quien padezca de ‘inocentismo agudo’ puede pensar que las palabras de Florencio Randazzo no estaban previamente ‘autorizadas’ por Cristina.
No es un detalle menor semejante contradicción, más si tenemos en cuenta que el accionar metodológico del kirchnerismo infiere un desprestigio mediático y público antes de la ruptura total.
Incrementando el clima de tensión en el PJ bonaerense, numerólogos sciolistas sostienen que el 54% del que tanto se jactan Cristina y su entorno no hubiera sido posible sin los votos acumulados por Scioli en la Provincia de Buenos Aires. “No nos olvidemos que su candidato hiper K (Martín Sabatella) merodeó el 5%”, disparan.
Árbitro de la pelea estelar
Ni Scioli, ni Macri, ni Clarín, ni las petroleras tendrán el placer/disgusto de ser el enemigo público número uno del kirchnerismo en el 2012. Ese lugar le corresponde –como lo venimos anticipando hace semanas en este espacio- al líder de la CGT Hugo Moyano. Conocedor de este escenario, Scioli decidió no quedarse con los brazos cruzados y comenzó a intervenir fuertemente en la pelea Moyano vs. Cristina.
Al igual que Carlos Pellegrini en 1890, Scioli pareciera tener la clara impresión de que se vienen tiempos duros para el oficialismo y ya no se molesta en ocultar sus lazos con la oposición. A la polémica foto con Mauricio Macri la semana pasada en Mar Del Plata, ahora debemos agregar las “súplicas” hacia Moyano para que retorne a la conducción del PJ bonaerense.
A tan sólo tres meses de las elecciones, no sería una locura vaticinar que la convivencia Cristina-Scioli no llegará sana (o, al menos, intacta) al 2015 cuando culminen sus sendos mandatos. Las diferencias son notorias, pero –a diferencia de Moyano- el Gobernador optó –al menos por ahora- por quedarse dentro del límite que separa las filas oficialistas con las de la oposición. Imitando a Pellegrini, Scioli cree que no es necesario abandonar el Gobierno para dialogar y mostrarse con la oposición.
Algunos creerán que es una medida un tanto cobarde la tomada por Scioli y que el ciudadano “anti K” se volcará por quien sí decidió pegar el portazo (Moyano) a la hora de depositar su confianza (voto). Para otros, se trata de una alternativa inteligente que le permite al Gobernador comenzar a mostrarse como un posible líder opositor sin descartar –totalmente- poder quedarse en las huestes “K” ante una continuidad exitosa del oficialismo.
“No hay que descuidar el peronismo” suele repetir Daniel Scioli cada que vez que se discute sobre los orígenes ideológicos de cada sector político. Hoy, ese peronismo al que se refiere el mandatario bonaerense parece estar bastante lejos de La Cámpora de Cristina, y mucho más cerca del tradicionalismo sindical de Moyano. Apresurados eleccionarios se animaron a presagiar un frente “anti K” de cara al 2012 con “Scioli presidente, Moyano Gobernador (Bs. As.)”.
Ante la lejanía temporal, resulta absurdo consolidar candidatos para el 2015. Lo cierto es que Scioli tiene en mente la posibilidad de un distanciamiento del kirchnerismo. Tal como le aconteció a Pellegrini hace más de un siglo, su tarea consistirá en que la historia no lo juzgue como un traidor. Los antecedentes lo ayudan. Scioli supo pasarse del menemismo al duhaldismo y del duhaldismo al kirchnerismo sin ser blanco de críticas destructivas. ¿Podrá salirse del kirchnerismo sin que la maquinaria mediática “K” lo haga pagar por su traición?
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EL KIRCHNERISMO, LAS ISLAS Y EL EFECTO DISTRACCIÓN

REVISTA MAGNA. BUENOS AIRES
El Gobierno Nacional decidió reflotar el debate sobre la soberanía de las Islas Malvinas. ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar el kirchnerismo?
“El sentimiento de patriotismo y unidad que garantiza una guerra no lo provoca ninguna medida política o económica”. La frase pertenece a Lyndon Johnson, vicepresidente de John F. Kennedy y presidente de los Estados Unidos durante la guerra de Vietnam. Quien asumiera la presidencia por el trágico asesinato de Kennedy conocía como pocos el arte de convivir con un enfrentamiento bélico que desgastó –día a día- su gestión. Sin embargo, historiadores coinciden en que la causa principal que sostenía a Johnson en la presidencia (su GobiernoImagen: arteargentina.comImagen: arteargentina.com está considerado como uno de los “más tristes” del siglo XX) era su decisión inquebrantable de no retirarse de la guerra.
Félix Luna llegó a decir alguna vez que“el conflicto de las Islas Malvinas es el Vietnam argentino”. No muy lejos del escenario que vivió Lyndon Johnson en Estados Unidos puede enmarcarse lo sucedido en nuestro país bajo la presidencia de Leopoldo Galtieri. La dictadura iniciada por Videla ya estaba totalmente desgastada y desde el Ejército se pensó que había que “unir” el sentimiento de todos los argentinos: el intento de recuperación de las Islas Malvinas era la ocasión ideal.Finalmente, y como todo sabemos, terminó siendo un verdadero despropósito que sólo arrojó noticias desafortunadas.
Treinta años después, el kirchnerismo volvió a instaurar la problemática en primera plana. La oposición, los medios, los ciudadanos y –hasta- los funcionarios británicos intentan responder un interrogante: ¿Qué busca el kirchnerismo reflotando el debate sobre la soberanía de las Islas Malvinas?
Identidad nacional
Más allá de todo lo que aconteció, acontezca y acontecerá en relación a este conflicto, existe un sentimiento de cada ciudadano argentino que será indestructible: “Las Islas Malvinas son Argentinas”.
Pero –tal como decía Domingo Faustino Sarmiento- en la política muchas veces hay que dejar los sentimientos de lado. La cruel realidad indica que hoy la situación es distinta: la soberanía de las Islas Malvinas está bajo el Gobierno británico. Ante esta dicotomía de la soberanía, el ex Canciller durante el gobierno menemista Guido Di Tella sentenció  que “es lo que es, no lo que debiera ser…”. Como primera observación, vale recalcar que el kirchnerismo busca reflotar el debate sobre lo “que debiera ser”.
La ubicación geográfica, la justicia moral, y la soberanía histórica son tres grandes motivos que respaldan fuertemente la intención del Gobierno de Cristina; pero no debe olvidarse que desde Gran Bretaña no están dispuestos a resignarse. Para respaldar la acusación del premier británico hacia los argentinos de “colonialismo”, un funcionario del Gobierno de Cameron explicó que “la soberanía de las Islas ni siquiera está en discusión; los habitantes quieren seguir siendo británicos”.
Impacto mediático
El inicio del 2012 encontró al Gobierno Nacional atravesando un clima bien movidito que hizo olvidar rápidamente la euforia del triunfalismo del año electoral 2011. Cristina de licencia por 20 días, el conflicto con Hugo Moyano en crecimiento constante (los cortes en las principales avenidas de la Capital ya comenzaron a repetirse), el Gobernador más importante del país (Daniel Scioli) jugueteando con referentes de la oposición y mostrando sus buenos lazos con Moyano y la polémica por el apoyo del kirchnerismo a la explotación minera en La Rioja son algunas de las circunstancias que hacen prever un año tormentoso para el oficialismo.
Apelando al costado más incrédulo y malicioso (y conociendo los antecedentes del manejo de la comunicación por parte del kirchnerismo), podría aseverarse que la puesta en escena de las Islas Malvinas consiste en una nueva estrategia de distracción para disimular los males crecientes que están sacudiendo al Gobierno.
La incredulidad no llega por capricho. La falta de una política exterior de Estado continua y seria en relación al conflicto, más la diferencia abismal de recursos entre un país y otro hacen validar que la recuperación de las Islas es un elemento que se encuentra bastante lejano en el tiempo. Dejando el camino diplomático de lado, ¿alguien puede llegar a creer –consistentemente- que Argentina le declarará la guerra a Gran Bretaña?
Sólo el tiempo despajará la duda de la verdadera intención del kirchnerismo de “jugar” con un tema que golpea en lo más profundo del sentimiento de los argentinos, pero los antecedentes nos dan una pauta concisa de lo que puede llegar a suceder.
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