REVISTA MAGNA
BUENOS AIRES
Con la amenaza de una inminente crisis institucional por la ruptura con Scioli, la Presidenta se enfrenta a una situación límite.
En su Leviatán, Thomas Hobbes explica que “cuando un hombre está frente a una situación límite, tiene dos caminos: el cambio o la autodestrucción, que siempre suele ser inconsciente o sin intención”. El Leviatán constituye la obra póstuma de Hobbes, que sirvió al estudio de la teoría política como un manual de la naturaleza humana y organización de la sociedad.
Quien es recordado como uno de los pensadores más importantes de la filosofía política, continúa su tesis de “situación límite” expresando que “quien apela al cambio es aquel que tiene un fuerte sentido de autocrítica y cuenta con la grandeza de ‘saber escuchar’ a los demás, lo que le permite descubrir el estado en el que se encuentra”.
En el otro polo, Hobbes sitúa a quienes considera como “autoritarios”. “En este tipo de personalidades, se obstruye la viabilidad de cambio ante un problema; la única salida es el desgaste del escenario hasta llegar a la autodestrucción”, sostiene el filósofo inglés para luego culminar: “Generalmente, quien padece este escenario no se da cuenta de su situación y si lo hace, actúa mediante su inconsciente”. Vale agregar que Hobbes fue un experimentado a la hora de hablar sobre las situaciones límites y el miedo: “El miedo y yo nacimos gemelos”, sentenció para reflejar su relación con el temor.
¿Cuál será el próximo paso de Cristina?. Imagen: rambletamble.blogspot.com
Cristina ante una situación límite
Si hay algo que distingue a la atmósfera política nacional, es el punto límite al que llegó la relación entre sus dos máximos referentes: la Presidenta de la Nación y el Gobernador de Buenos Aires (que representa –poblacionalmente- la mitad del país). Ambos consolidaron su poder en las elecciones del año pasado al superar el 50% de los votos; es cierto que Cristina consiguió el famoso 54% (53,96 según la Junta Electoral), pero debe recordar que Scioli obtuvo el 55,06% en su distrito. A su vez, todos los análisis políticos coincidieron en que el 54% de Cristina se edificó –en gran parte- gracias al porcentaje obtenido por Scioli en Buenos Aires.
Todos los niveles que componen la sociedad argentina tienen en claro que la relación entre la Presidenta y el Gobernador no tiene retorno. En el ámbito político, no existen dudas de ello: los “ultra K”, los “anti K”, los “sciolistas” y lo que queda de oposición no lo niegan. En las últimas horas trascendió que Scioli se comunicó con un senador radical para pedirle respaldo ante una inminente ruptura y el legislador le dijo “que no dude con el respaldo de su partido ante un rompimiento con el kirchnerismo”.
En la prensa, el enfrentamiento ya es un hecho. Las columnas dominicales de los diarios más representativos hablan del escenario político inmediato con Scioli fuera del kirchnerismo. Por primera vez en mucho tiempo, Van Der Kooy (Clarín), Morales Solá (La Nación) y Vertbisky (Página 12) coinciden en algo: el mandatario bonaerense y la Presidenta no llegarán juntos al 2015.
Por último, la sociedad ya vislumbra la separación. Las encuestas más recientes sobre imagen y proyección ponen a ambos en la elección a Presidente del 2015. El pueblo no se sorprenderá cuando Scioli oficialice su partida del oficialismo porque ya lo idealizó en ese lugar.
Muestras de saturación
El futuro inmediato de la Argentina trae aparejado una crisis institucional inevitable. La ruptura entre los dos máximos mandatarios ejecutivos del país es el origen inexorable de una crisis de tal calibre. Quienes estudian al kirchnerismo en detalle, adelantan que Cristina ya está dando sobradas muestras de la antesala de dicha situación.
Aún sabiendo que se trata de una figura autoritaria, se pueden distinguir las siguientes conductas de la Presidenta como pruebas de su saturación:
- Aunque siempre fue “mandona”, nunca había llegado a los niveles actuales de autoritarismo. Por ej.: durante la inauguración de Tecnópolis en Tucumán, se la observó “sacada” ordenándole a un camarógrafo que corra su instrumento de trabajo.
- El encuentro del Intendente Darío Díaz Pérez con la Presidenta volvió a ser noticia. Se conoció que no estaba solo el mandatario de Lanús; eran varios los intendentes que visitaron a Cristina en Olivos. Morales Solá (La Nación) manifestó que uno de los intendentes le confesó: “Nunca imaginé a un presidente hablando así de un gobernador”.
- Para demostrar que es ella la que manda, Cristina decidió sacarle 1800 millones a la provincia de Buenos Aires. La desesperación que vive la Presidenta no la deja entender que no es a Scioli a quien se los quita, sino al millar de empleados que debía cobrar el aguinaldo.
- La ceguera de Cristina pone al descubierto conflictos reales del Gobierno argentino. En uno de sus interminables discursos, Cristina se refirió al Ministro de Economía de España (Guindos) como “el pelado ese”. El exabrupto les permitió a los españoles aseverar que el problema del kirchnerismo no es con Repsol, sino con el Gobierno español.
- Desde el momento en que Hugo Moyano se rebeló contra el oficialismo, Cristina fue clara: “Quiero convertir a Moyano en un cadáver político”. Lejos de ello, el camionero se consagró esta semana como el jefe reelecto de la CGT. Moyano logró juntar a la mayoría de los delegados; casualmente (para algunos no se trató de casualidad, sino de un mensaje a Cristina) el 54%. Más allá de obtener el liderazgo unánime de la CGT, Moyano demostró que está muy lejos de ser un “muerto político”. Cristina debió entender que sus caprichos ya no se cumplen mágicamente.
- La obnubilación que sufre la Presidenta no la deja comprender que Buenos Aires es responsabilidad del Gobierno Nacional. No es un distrito como Capital Federal, Córdoba o Santa Fe, lugares a los que la sociedad los tiene identificados como “opositores”. Si Cristina se jactó de Buenos Aires cuando le aportó millones de votos, debe entender que esos votantes esperan que Cristina se los retribuya.
Siguiendo a Hobbes, es claro que tanto Daniel Scioli como Cristina Fernández de Kirchner se enfrentan a una situación límite. El Gobernador depende básicamente (además de su propia voluntad de no renunciar) de los legisladores “anti K”, ya que si ellos deciden no hacerle frente a los “destituyentes mariotistas”, el futuro de Scioli como Gobernador tiene los días contados. Sin embargo, sus antecedentes hacen pensar que tenemos en Scioli a una persona que sabe escuchar y es propensa al cambio.
Radicalmente diferente es la situación de Cristina. Encontramos en la Presidenta a una persona a la que Thomas Hobbes calificaría como “autoritaria”. Si obedecemos al filósofo inglés, el futuro de Cristina no es para nada auspicioso, la autodestrucción parece ser su destino. Como vimos, los primeros signos respaldan la teoría de Hobbes. Cristina deberá someterse a un cambio dramático y abrupto en su accionar para tumbar su futuro.