REVISTA MAGNA
BUENOS AIRES
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La Cámpora, Moreno, De Vido y Boudou conforman espacios internos que se diferencian cada vez más entre si. Crece la dificultad de la Presidenta para controlarlos.
Antonio Gramsci fue un filósofo y teórico italiano que se destacó por su labor periodística y su amor por el historicismo. Conocedor como pocos de la política, se le reconoce una de las frases más célebres de la historia política: “Cuando un Gobierno logra el aval popular, la oposición desaparece; sólo las luchas internas de poder pueden destruirlo”.
Con dicha frase, Gramsci explicaba la consolidación de poder de un determinado Gobierno. Por estos días, Zaninni y compañía deben estar estudiando en profundidad los ensayos teóricos del autor. El pasado 23 de octubre Cristina consiguió el “aval popular” de manera incuestionable, el re-contra citado 54% de los votos obtenidos en la última elección le sirvió para legitimizar su poder político.
Los sectores opositores al kirchnerismo obedecieron –a rajatabla- las premisas de Gramsci: luego del categórico triunfo de Cristina, nadie osó poner en duda su liderazgo. Días después de la elección, Mauricio Macri llamaba –desde París- a la Presidenta para felicitarla por su rotundo triunfo. Ya en el 2012, la mayoría de los partidos de izquierda y el radicalismo apoyaron sus principales proyectos en el Congreso (como por ejemplo, la expropiación de YPF).
Imagen: laopinionpopular.com.ar
Tal como dijo el pensador italiano, la oposición desapareció. Todo parecía estar a pedido de los “K”: respaldo popular, oposición escondida, incremento de medios de comunicación “militantes”, etc. Pero los problemas comenzaron a precipitarse. A primera vista, parece ser la economía la principal causa del descrédito “K” pero si se profundiza con exactitud se verá que son las “luchas internas” las culpables de todos los males.
Moreno genera recelos
En los últimos meses, la palabra de Guillermo Moreno se transformó en una especie de voz celestial que nadie puede contradecir. “Cuando Moreno habla, nadie interrumpe, ni contradice”. Por motivos que no llegan a conocerse certeramente, Cristina eligió depositar una confianza extrema en el Secretario de Comercio Exterior.
Las opiniones o soluciones que puedan aportar Julio De Vido (Ministro de Planificación Federal) o Hernán Lorenzino (Ministro de Economía) resultan inverosímiles para Cristina. Menos aún, en el despacho presidencial, se toman con atención las contribuciones de Florencio Randazzo (Ministro del Interior) o Diego Bosio (ANSES).
El apogeo de Moreno llegó a tal punto, que ni siquiera el ascendente Axel Kicillof (Vice Ministro de Economía) puede sacar a relucir su carta de “camporista” y “maximista” para contradecir al “Gran Guillermo”. La economía argentina hoy es dirigida –exclusivamente- por un dueto integrado por Moreno y su mano derecha: Ricardo Echegaray (AFIP). Cuando Cristina necesita soluciones urgentes apela a Zaninni, para que este –a su vez- apele a Moreno y Echegaray para que se presenten en su despacho. En el seno íntimo “K” sostendrían que el crecimiento de Moreno es tal, que no les sorprende que el día de mañana le cuestione el poder a Carlos Zaninni, quien lleva décadas al lado de Néstor y Cristina.
En una estructura de poder donde la cúspide está establecida por el unicato de Cristina, en un segundo nivel aparecen dos personas: Carlos “Chino” Zaninni y Máximo Kirchner. Cada uno de ellos prevalece en distintas áreas: en economía, quien manda es Zaninni. Cuentan que el “Chino” habría recibido varias llamadas de Máximo reclamando más atención a su delfín (Kicillof). Sólo la capacidad que posee Zaninni (tal vez el legado más preciado que le dejó Néstor) para aunar posiciones totalmente contrapuestas, logre frenar una fuerte disputa entre Máximo y Moreno.
Máximo vs De Vido
Seguramente, la historia juzgará la expropiación de YPF como uno de los logros más grandes del Gobierno kirchnerista. La letra chica de los libros, aquella que leen sólo los apasionados de la historia, dirá que YPF fue el punto de inflexión en las internas dentro del partido. El sometimiento que el Ministro De Vido está padeciendo en la intervención de la petrolera argentina sólo tiene parangón con la patética inacción del Ministro de Economía, Hernán Lorenzino.
La Cámpora decidió adueñarse de todas las vacantes de peso de YPF y con la ayuda de su líder, lo consiguió. Máximo Kirchner utilizó toda su influencia para que su agrupación se quedase con todos los directorios y secretarías de la nueva YPF. Con Kicillof de Director, Máximo expondrá a YPF como una muestra cabal de su poder: el desembarco de La Cámpora en YPF puede calificarse como formidable.
El Ministro De Vido debió resignarse a rasguñar cuatro cargos menores. Las secuelas ya están a la vista: según el diario La Nación, De Vido está buscando una manera de salir airoso del Gobierno, sin quedar a la intemperie. Tarea más que difícil para el ex confidente de Néstor, quien sabe que la metodología “K” implica denostar a los ex integrantes del Gobierno. “No quiero ser el próximo Alberto Fernández”, habría dicho el actual Ministro.
Por el momento, el triunvirato de arriba parece mantenerse sólido. Entre Cristina, su hijo y Zaninni no se vislumbran diferencias. Los problemas comienzan a aparecer en el tercer nivel: existen cuatro espacios bien diferenciados que luchan –internamente- por quedarse con la mayor cantidad de poder posible (por poder, entiéndase secretarías, directorios, intervenciones, etc.). La Cámpora, Moreno-Etchegaray, Boudou-Lorenzino y De Vido-Randazzo no se sienten parte del mismo “gabinete”; cada uno juega para su propio equipo.
El kirchnerismo supo sobreponerse a la crisis de popularidad en el 2009 y eliminó a la oposición. Siguiendo a Gramsci, sólo estos cuatro espacios pueden destruir al kirchnerismo.¿Podrá Cristina sobrevivir a ello?