viernes, 8 de junio de 2012

LAS INTERNAS K PONEN EN RIESGO EL FUTURO DE CRISTINA

REVISTA MAGNA
BUENOS AIRES

La Cámpora, Moreno, De Vido y Boudou conforman espacios internos que se diferencian cada vez más entre si. Crece la dificultad de la Presidenta para controlarlos.
Antonio Gramsci fue un filósofo y teórico italiano que se destacó por su labor periodística y su amor por el historicismo. Conocedor como pocos de la política, se le reconoce una de las frases más célebres de la historia política: “Cuando un Gobierno logra el aval popular, la oposición desaparece; sólo las luchas internas de poder pueden destruirlo”.
Con dicha frase, Gramsci explicaba la consolidación de poder de un determinado Gobierno. Por estos días, Zaninni y compañía deben estar estudiando en profundidad los ensayos teóricos del autor. El pasado 23 de octubre Cristina consiguió el “aval popular” de manera incuestionable, el re-contra citado 54% de los votos obtenidos en la última elección le sirvió para legitimizar su poder político.
Los sectores opositores al kirchnerismo obedecieron –a rajatabla- las premisas de Gramsci: luego del categórico triunfo de Cristina, nadie osó poner en duda su liderazgo. Días después de la elección, Mauricio Macri llamaba –desde París- a la Presidenta para felicitarla por su rotundo triunfo. Ya en el 2012, la mayoría de los partidos de izquierda y el radicalismo apoyaron sus principales proyectos en el Congreso (como por ejemplo, la expropiación de YPF).Imagen: laopinionpopular.com.arImagen: laopinionpopular.com.ar
Tal como dijo el pensador italiano, la oposición desapareció. Todo parecía estar a pedido de los “K”: respaldo popular, oposición escondida, incremento de medios de comunicación “militantes”, etc. Pero los problemas comenzaron a precipitarse. A primera vista, parece ser la economía la principal causa del descrédito “K” pero si se profundiza con exactitud se verá que son las “luchas internas” las culpables de todos los males.
Moreno genera recelos
En los últimos meses, la palabra de Guillermo Moreno se transformó en una especie de voz celestial que nadie puede contradecir. “Cuando Moreno habla, nadie interrumpe, ni contradice”. Por motivos que no llegan a conocerse certeramente, Cristina eligió depositar una confianza extrema en el Secretario de Comercio Exterior.
Las opiniones o soluciones que puedan aportar Julio De Vido (Ministro de Planificación Federal) o Hernán Lorenzino (Ministro de Economía) resultan inverosímiles para Cristina. Menos aún, en el despacho presidencial, se toman con atención las contribuciones de Florencio Randazzo (Ministro del Interior) o Diego Bosio (ANSES).
El apogeo de Moreno llegó a tal punto, que ni siquiera el ascendente Axel Kicillof (Vice Ministro de Economía) puede sacar a relucir su carta de “camporista” y “maximista” para contradecir al “Gran Guillermo”. La economía argentina hoy es dirigida –exclusivamente- por un dueto integrado por Moreno y su mano derecha: Ricardo Echegaray (AFIP). Cuando Cristina necesita soluciones urgentes apela a Zaninni, para que este –a su vez- apele a Moreno y Echegaray para que se presenten en su despacho. En el seno íntimo “K” sostendrían que el crecimiento de Moreno es tal, que no les sorprende que el día de mañana le cuestione el poder a Carlos Zaninni, quien lleva décadas al lado de Néstor y Cristina.
En una estructura de poder donde la cúspide está establecida por el unicato de Cristina, en un segundo nivel aparecen dos personas: Carlos “Chino” Zaninni y Máximo Kirchner. Cada uno de ellos prevalece en distintas áreas: en economía, quien manda es Zaninni. Cuentan que el “Chino” habría recibido varias llamadas de Máximo reclamando más atención a su delfín (Kicillof). Sólo la capacidad que posee Zaninni (tal vez el legado más preciado que le dejó Néstor) para aunar posiciones totalmente contrapuestas, logre frenar una fuerte disputa entre Máximo y Moreno.
Máximo vs De Vido
Seguramente, la historia juzgará la expropiación de YPF como uno de los logros más grandes del Gobierno kirchnerista. La letra chica de los libros, aquella que leen sólo los apasionados de la historia, dirá que YPF fue el punto de inflexión en las internas dentro del partido. El sometimiento que el Ministro De Vido está padeciendo en la intervención de la petrolera argentina sólo tiene parangón con la patética inacción del Ministro de Economía, Hernán Lorenzino.
La Cámpora decidió adueñarse de todas las vacantes de peso de YPF y con la ayuda de su líder, lo consiguió. Máximo Kirchner utilizó toda su influencia para que su agrupación se quedase con todos los directorios y secretarías de la nueva YPF. Con Kicillof de Director, Máximo expondrá a YPF como una muestra cabal de su poder: el desembarco de La Cámpora en YPF puede calificarse como formidable.
El Ministro De Vido debió resignarse a rasguñar cuatro cargos menores. Las secuelas ya están a la vista: según el diario La Nación, De Vido está buscando una manera de salir airoso del Gobierno, sin quedar a la intemperie. Tarea más que difícil para el ex confidente de Néstor, quien sabe que la metodología “K” implica denostar a los ex integrantes del Gobierno. “No quiero ser el próximo Alberto Fernández”, habría dicho el actual Ministro.
Por el momento, el triunvirato de arriba parece mantenerse sólido. Entre Cristina, su hijo y Zaninni no se vislumbran diferencias. Los problemas comienzan a aparecer en el tercer nivel: existen cuatro espacios bien diferenciados que luchan –internamente- por quedarse con la mayor cantidad de poder posible (por poder, entiéndase secretarías, directorios, intervenciones, etc.). La Cámpora, Moreno-Etchegaray, Boudou-Lorenzino y De Vido-Randazzo no se sienten parte del mismo “gabinete”; cada uno juega para su propio equipo.
El kirchnerismo supo sobreponerse a la crisis de popularidad en el 2009 y eliminó a la oposición. Siguiendo a Gramsci, sólo estos cuatro espacios pueden destruir al kirchnerismo.¿Podrá Cristina sobrevivir a ello?
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lunes, 4 de junio de 2012

LA VERDAD ABSOLUTA DE LA PRESIDENTA

REVISTA MAGNA
BUENOS AIRES

Luego de un cruce con periodistas en la Casa de Gobierno, Cristina les dejó en claro que deben informarse escuchando sus discursos y no poniendo en duda lo que dice con preguntas.




El jueves pasado la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner visitó la Sala de Periodistas en la Casa de Gobierno. Muchos pensaron que se trataba de un cambio histórico y paradigmático en la relación de CFK con los medios, pero no; sólo fue una visita ocasional y accidental. Cristina se encontraba revisando una restauración de obra a 10 metros de la Sala, y debido a la insistencia de los periodistas, se acercó a charlar durante diez minutos.


Cristina no desea ser cuestionada por la prensa. Imagen: primerahoraonline.com.arEn el espontáneo encuentro, CFK dejó una frase que sirve para sintetizar la metodología política del kirchnerismo. Luego de desacreditar a un periodista que la consultó sobre la polémica de las medias “Clarín Miente” en Angola, la Presidenta culminó su breve diálogo “instruyendo” a los periodistas que le reclamaron por falta de información: “Si quieren informarse, escuchen mis discursos”.


En esa simple frase se expresa el accionar político “K”. Sólo hay una versión de la realidad, sólo hay una verdad que merece ser escuchada y jamás cuestionada o interrogada. El mundo “K” infiere que sólo la palabra de CFK es la autorizada para informar y –por supuesto- nadie debe ponerla en duda mediante alguna pregunta.


Economía en baja


La metodología antes mencionada no es utilizada por el kirchnerismo sólo para su relación con los medios. La economía del país sigue las mismas reglas. Veamos cuatro hechos que sucedieron en los últimos días:


Cuatro secretarios del Ministerio de Industria renunciaron a sus puestos por el creciente acecho de Guillermo Moreno.

El “dólar Blue” sigue creciendo y parece no tener techo. Mientras, Cristina asegura: “No va a pasar nada raro con el dólar”.

Las importaciones cada vez son más severas y –consecuentemente- ascienden día a día las quejas de diferentes sectores comerciales.

Hernán Lorenzino es el Ministro de Economía. En realidad, sólo tiene el título formal del Ministerio; su inacción en el cargo llegó al grado de “patética”.

La Presidenta heredó un pensamiento de Néstor que piensa llevar como estandarte hasta las últimas consecuencias: “El Ministro de Economía no debe tener protagonismo; cuando su figura se transforma en famosa, significa que el país está en crisis”. Más allá de la veracidad (o no) de la frase del ex presidente, existe una diferencia sustancial que hoy padece Cristina. Es cierto que cuando Néstor vivía la figura del Ministro de Economía no tenía un protagonismo exagerado, pero estaba él y su libreta para suplantar el liderazgo en la economía. CFK está muy lejos de ser una estadista económica; su círculo más íntimo admitió que recién este año comenzó a leer un libro sobre teoría económica.


¿Quién maneja entonces la economía de nuestro país? Con Lorenzino opacado, el Vice Axel Kicillof oficia de Super Ministro y es quien diagrama los estudios que recibe el despacho presidencial. Pero existe un Super Ministro que es más que el Vice y se llama Guillermo Moreno. El Secretario de Comercio maneja la economía a su antojo y es el único que logró concretar –en esta materia- la frase que Cristina le dijo a los periodistas. Moreno piensa igual que CFK: “Si quieren saber cómo anda la economía, infórmense con los índices del INDEC”. No existen otros parámetros para Moreno, sólo la versión oficial.


Estirar la agonía


El escándalo Ciccone puso al descubierto que en la Argentina “K”, la comunicación y la economía no son las únicas materias que sólo se manejan con la verdad absoluta del oficialismo. Hace poco menos de dos meses, el Vicepresidente Amado Boudou exponía en el Congreso su versión sobre lo sucedido en la Imprenta Ciccone. La alevosía de las “coincidencias” que salpicaban a Boudou hacía pensar que –esta vez- el Gobierno se iba a someter a la justicia.


Pero no, Ciccone le sirvió a CFK para confirmar que su autismo no tiene límites en el poder judicial. Desde la conferencia  (en realidad, exposición) de Boudou, el Poder Ejecutivo sufrió cuatro cambios inexplicables: el procurador general Esteban Righi debió renunciar; el juez original de la causa (Ciccone Calcográfica) Daniel Rafecas fue recusado; el nuevo magistrado a cargo Ariel Lijo es visiblemente condicionado, y el fiscal Carlos Rívolo fue apartado abruptamente. Después de estos gestos monumentales, arreciaron nuevas pruebas que develarían el vínculo negado entre Boudou y Alejandro Vandenbroele, su supuesto testaferro.


La lógica y la coherencia nos dicen que la historia de Ciccone no tendrá un buen final para Amado Boudou, pero la obstinación de CFK consigue que la agonía se estire en el tiempo. Si hay alguien que sufrió la agonía de observar que su permanencia en el poder tenía fecha de vencimiento fue Isabel Perón (la viuda del General Perón confesó saber que su Gobierno no llegaría a cumplir su mandato). La misma Isabelita fue quien –años después- sentenció que “no hay nada peor en política que estirar la agonía cuando el final es irreversible”.


Las encuestas están asustando a la Presidenta: en los últimos sondeos que encargó el Gobierno, Cristina aparece con 15 puntos menos de popularidad. Igualmente, por el momento, CFK sigue manteniendo una imagen positiva altísima (sólo superada por Daniel Scioli). Sin embargo, hay un elemento que supera cualquier tipo de encuesta o sondeo: la realidad. El kirchnerismo puede empecinarse en luchar por instaurar su verdad relativa como verdad absoluta, pero la realidad –tarde o temprano- se encargará de hacerle saber que “los discursos de Cristina”, “el INDEC” y “la justicia obsecuente” no son la única verdad.
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