REVISTA MAGNA
Imagen: lavoz.com.ar
BUENOS AIRES
La política de Derechos Humanos que ejecutó el kirchnerismo desde su estadía en el Gobierno es –quizás- el mayor logro con el que cuentan Néstor y Cristina. Oficialistas y opositores coinciden en que los avances que se produjeron (con el kirchnerismo en el poder) en lo relativo a los DDHH son incuestionables. Incluso, durante la última campaña electoral, los “K” utilizaron a los DDHH como un as en la manga que sacaron a relucir cuando las críticas de la oposición se volvían densas; ningún político fue capaz de criticar al kirchnerismo desde ese ámbito.
El reciente viaje de Cristina y su comitiva a Angola parece haber dejado eso en el pasado. El poder ejecutivo argentino visitó uno de los países más corruptos del mundo donde existen muchas denuncias hacia el actual Presidente José Eduardo Dos Santos. El mandatario angoleño hace 32 años que está en el poder y es acusado –entre otras cosas- de dictador.
Legitimar a un país conflictivo
Lo que más ruido hizo en todos los argentinos fue la actitud con la que nuestra Presidenta se movió por tierras angoleñas. Primero llegaron imágenes de una Cristina súper divertida que exponía todos los productos que la Argentina llevaba hacia Angola. La participación del Secretario de Comercio no se pudo obviar: Guillermo Moreno aparece y desaparece de foco “soplándole” a la Presidenta. Como si estuviesen imitando un paso de comedia de Porcel y Olmedo, Moreno y Cristina hicieron reír a todos los presentes con sus ocurrencias.
Luego fue el momento del baile. Esta vez, se la podía ver a Cristina bailando animadamente con un grupo de lugareñas una zamba autóctona. Quienes critican estas conductas de la Presidenta no hacen hincapié en las actitudes en sí, sino en el lugar que se eligió para mostrar esta imagen presidencial. Antes de proseguir veamos algunos detalles de Angola:
- Su Presidente (José Eduardo Dos Santos) es una de las figuras políticas más cuestionadas del mundo. Se perpetuó en el poder (lleva 32 años y reformó la constitución para quedarse 10 años más) y tiene una fortuna inusitada. El cinismo también es una de sus cualidades: “¿Qué les molesta de que sea rico?”, sentenció en una entrevista.
- Cabinda es una provincia de Angola, tiene un área de aproximadamente 7.283 kilómetros cuadrados. Esta provincia norteña es la única separada del resto del país por una franja de aproximadamente 60 kilómetros de ancho. Las denuncias sobre desaparecidos y torturas en este territorio están a la orden del día.
- Una de destacadas denuncias de corrupción sobre Dos Santos proviene del Fondo Monetario Internacional, que acusó al Presidente de la mágica desaparición de 32 mil millones de dólares de las cuentas del Gobierno de Angola.
- El 45% de los niños angoleños sufren de desnutrición crónica.
- La inclusión social (la misma que el kirchnerismo pregona como bandera en Argentina) es mala palabra en Angola. La desigualdad económica ya es costumbre en este país. Su capital, Luanda, es la segunda ciudad más cara del mundo, luego de Tokio. Resulta curioso, ya que en esta la mitad de sus habitantes no cuenta con agua potable y debe comprar bidones de agua a un precio exacerbado.
- La censura es una regla en Angola. El único diario del país es del Estado y cuenta con casi la totalidad de los medios de comunicación. Existen unos pocos medios opositores que funcionan en la clandestinidad.
- La familia de Dos Santos es propietaria de más de la mitad de la fortuna del país. Sus dos hijas tienen infinidad de negocios multimillonarios.
- En Angola existe una Democracia formal, pero no real. Si bien hay elecciones, el fraude es moneda corriente. Además, en estas no se elige presidente sino partidos. Es decir que Dos Santos nunca fue elegido directamente presidente. A su vez, Dos Santos elige a los gobernadores de las distintas provincias y a los intendentes de los municipios.
Con lo expuesto, estamos frente a un país donde su sistema gubernamental es –al menos- cuestionable. Uno imagina a la extrema minoría angoleña que combate ante un poder magnánimo de Dos Santos y la memoria retrospectiva nos lleva a aquellos pocos valientes que luchaban contra Videla y compañía durante la dictadura. Al ver a un solitario defensor de los Derechos Humanos en Luanda contando lo que muchos ocultan, es imposible no compararlo con la lucha de las Madres de Plaza de Mayo mientras que a pocos metros se vivía una plena euforia por el Mundial en 1978.
¿Pensó el Gobierno Nacional cómo se sentirán esos defensores de los Derechos Humanos angoleños al ver a nuestra Presidenta bailando jocosamente y reuniéndose con Dos Santos? Argentina cuestionó (una vez terminada la dictadura, claro) la posición del Presidente norteamericano Ronald Reagan por su relación amigable con el Proceso. También fueron cuestionados todos los políticos que avalaron el Golpe reuniéndose con Videla, Viola o Galtieri. La acusación era simple y clara: “legitimaron el Golpe que sacudía a nuestro país”. Ahora bien, con esta visita, ¿Cristina no legitimó el dudoso gobierno de Dos Santos? ¿No puede ser cuestionada Cristina (y por ende, la Argentina) por los angoleños cuando el régimen de Dos Santos llegue a su fin?
Timerman desmemoriado
Jacobo Timerman fue un periodista ucraniano nacionalizado argentino que fundó las revistas Primera Plana, Confirmado y el diario La Opinión de Buenos Aires. Fue secuestrado-desaparecido y torturado durante la dictadura del Proceso de Reorganización Nacional, acusado por los militares de lavar dinero de la organización guerrillera Montoneros a partir de su vínculo con el financista David Graiver (1941-1976). Gracias a una gran presión de Agrupaciones de Derechos Humanos Internacionales, fue absuelto por un tribunal militar. Jacobo es el padre de Héctor, nuestro actual canciller.
Resulta increíble que la frase “La de Angola no es la peor dictadura del mundo”pertenezca al hijo de una víctima de una dictadura, al hijo de Jacobo. Con su frase (pronunciada con toda liviandad en 6-7-8), Héctor intentó defender a Angola, sin darse cuenta que –al mismo tiempo- se estaba hundiendo él mismo. Al decir que “no es la peor del mundo”, el Canciller Timerman está reconociendo que Angola es una dictadura. La deducción lógica de la frase de Timerman sería: “Angola es una dictadura, pero no es la peor del mundo”.
Más allá de cuánto tarde el Gobierno en reconocerlo, sumar a Angola como “socio comercial” de Argentina es una de las peores decisiones de política exterior que ejecutó el kirchnerismo. Resulta llamativo que dicha decisión se haya tomado bajo la cancillería de una persona que sufrió en carne propia las espantosas consecuencias de una dictadura.
Detalles como la pantomima de las medias de “Clarín Miente” llevadas a cabo por jóvenes militantes y la risueña anécdota de un canciller evadiendo preguntas de un periodista opositor quedarán –con el tiempo- en el olvido. Lo que seguramente la historia de Angola no olvidará es que un Gobierno argentino visitó y legitimó el régimen de José Eduardo Dos Santos.