martes, 28 de junio de 2011

Mariotto y Boudou, cristinistas al acecho



REVISTA MAGNA. BUENOS AIRES

Se acabaron los misterios y la Presidenta eligió a su vice y al de Scioli. Tal como lo anticipamos hace tres meses, Cristina intenta convertir al kirchnerismo en cristinismo.

En una columna publicada en éste mismo espacio a finales del mes de marzo bajo el título “¿Se terminó la esencia kirchnerista?”, te contábamos como estaba surgiendo el nuevo término “Cristinismo” que dejaba en el olvido el estilo político que pregonaba el ex Presidente Néstor Kirchner. El pasado domingo, en su columna dominical de Clarín, Eduardo Van Der Kooy (quizás el periodista gráfico más prestigioso de la actualidad junto a Joaquín Morales Solá) escribió un artículo que se puede resumir en una frase textual que enfatiza promediando el texto: “El kirchnerismo empezaría a convertirse en algo del pasado; sería la hora del denominado cristinismo”.


Más allá del mérito de habernos anticipado tres meses al diario más vendido del país, vale destacar que las confirmaciones de Mariotto y Boudou como candidatos a la vicegobernación de Buenos Aires y a la vicepresidencia de la Nación respectivamente no hacen más que profundizar la personificación del poder que persigue con obstinación Cristina Fernández de Kirchner.


Ya no quedan dudas (para aquellos ingenuos que aún las tenían) que la Presidenta ha decidido implementar un modelo de gobierno híper presidencialista en dónde absolutamente todo deba pasar por sus manos. La elección de “los vices” dejó en claro que al cristinismo no le interesa demasiado respetar los patrones históricos del peronismo.


De controlar los medios a controlar al Gobernador


La designación de Gabriel Mariotto como candidato a vicegobernador de Daniel Scioli merece mencionar tres consideraciones que demuestran la omnipresencia que Cristina desea imponer en el escenario político nacional.


En primer lugar, debemos recalcar que el Gobernador Scioli en ningún momento tuvo voz ni voto sobre la elección de su segundo. Era de público conocimiento que el actual mandatario bonaerense deseaba que Cristina Álvarez Rodríguez sea su vice, pero una vez más el ex motonauta debió agachar la cabeza y contener la respiración. Es conocida la cintura política de Scioli para esquivar encontronazos con los líderes del cristinismo; habrá que ver cómo se las arregla con alguien que promete ser un hueso duro de roer: Mariotto.


Segundamente, está claro que la designación del vicegobernador es un claro y nuevo gesto desafiante al grupo Clarín. Mariotto fue el encargado de diagramar (junto a Carlos Zannini) la polémica ley de Medios Audiovisuales. Su constante intención de luchar contra las corporaciones mediáticas le proveyó al interventor del COMFER un premio que ni él esperaba.


Por último, Mariotto no es más que otra piedra para entorpecer el futuro político del gobernador bonaerense. Se sabe que la imagen de la que goza Scioli es altísima y desde el cristinismo sienten que es el rival a vencer para poder perpetuarse en el poder en el 2015. Si no fuese porque Buenos Aires es el principal bastión de caudal de votos del país y Scioli asegura una victoria imprescindible para conseguir la reelección de Cristina, claro está que desde el oficialismo se hubiese escogido a otro funcionario para luchar por la gobernación de Buenos Aires.


Para el cristinismo no es totalmente correcta la histórica frase “si no puedes con él, únete a él”. Se cree, más bien, en “si no puedes con él, moléstalo a él”. Esa será, básicamente, la tarea de Mariotto en los próximos cuatro años desde la presidencia del Congreso bonaerense. No estará sólo en esa misión, otros dos enemigos públicos de Scioli fueron elegidos por Cristina para competir en las elecciones legislativas en su propio territorio: Aníbal Fernández liderará la lista de senadores y Juan Domínguez la de diputados.


¿Por qué Boudou? “Porque me gusta…”


No existe una explicación lógica o políticamente coherente para descifrar la elección del Ministro de Economía como compañero de fórmula de Cristina. Desde la óptica partidista, Boudou no es un representante sólido del PJ; sus raíces se encuentran en el liberalismo de la UCEDE. Viéndolo desde aquí, escoger a Boudou es alejarse del peronismo para enceguecerse en el cristinismo.


Tampoco es el Ministro alguien que le sume “votos” a Cristina. Por el contrario, en la ciudad de Buenos Aires Boudou debió ceder el privilegio de representar al oficialismo porque las encuestadoras no le brindaban ni siquiera dos dígitos a su candidatura. Desde esta perspectiva, hubiese resultado racional escoger a un caudillo provincial; sobre todo de Córdoba, Santa Fe o la ciudad porteña que son los territorios donde la Presidenta encontrará derrotas seguras.


En la ciudad, el escándalo Schoklender continúa haciendo mella y –como consecuencia- Filmus sigue bajando en las preferencias de los porteños. En Córdoba, De la Sota decidió prescindir del apoyo presidencial y Cristina no tendrá ningún representante con posibilidades de triunfo. Y en Santa Fe, aparecieron encuestas que lo dan a Bonfatti (socialismo) como cómodo ganador y al representante del PRO (Miguel Del Sel) en pleno crecimiento disputándole –mano a mano- el segundo lugar a Agustín Rossi. Este último escenario es el de mayor preocupación para el cristinismo.


De lo anterior podemos concluir que si ni el partidismo, ni la conveniencia electoral fueron elementos que interfirieron en la decisión de Cristina (con su cómplice de siempre Zannini); la elección de Amado Boudou sólo responde a una demostración de “poder absoluto” que el cristinismo quiere expresar.


Guste o no, Cristina y su círculo íntimo (con “La Cámpora” y Zannini a la cabeza) han manifestado sus intenciones de crear un nuevo “ismo”. Su tarea más difícil será lograr diferenciarse –sin pasar mayores sobresaltos antes de octubre- del último “ismo” que fundó el ex Presidente. El gran interrogante que tendrá por estos días la Presidenta será: ¿Cómo hacer para que el Cristinismo haga olvidar al Kirchnerismo sin provocar el enojo de los seguidores de su ex marido?
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