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REVISTA MAGNA. BUENOS AIRES
De aquí a las internas del 14 de agosto, el oficialismo atravesará importantes fracasos en las elecciones (Santa Fe, Capital y Córdoba). ¿Podrá la Presidenta salir airosa de las internas?
REVISTA MAGNA. BUENOS AIRES
De aquí a las internas del 14 de agosto, el oficialismo atravesará importantes fracasos en las elecciones (Santa Fe, Capital y Córdoba). ¿Podrá la Presidenta salir airosa de las internas?
Qué lejanos parecen los tiempos en los que todos los domingos electorales aportaban a la idea potenciada en el Gobierno Nacional de que Cristina ya había ganado la elección presidencial de octubre. Victorias en provincias chicas -como Catamarca y Salta- o sorpresas –Chubut- le permitían al oficialismo crear una impresión de imbatibilidad que hasta los propios opositores llegaron a creer.
El duro golpe recibido en Capital dio el puntapié inicial para dilapidar el espejismo que el cristinismo había creado. Pocos eran los que creían que Cristina sufriría antes de octubre y muchos los que se resignaban a cuatro años más con la misma presidenta. Lo cierto es que hasta los propios encuestadores oficiales ya son bastante más cautos a la hora de presentar sus sondeos; ya nadie afirma que Cristina llegará cómodamente al 60 % de los electores y aparecieron encuestas en las que se pone en duda que la Presidenta pase el 40% necesario para ganar
Imagen: Internet en primera vuelta.
Como venimos anticipando en Revista Magna desde hace un mes, Cristina comenzó a preocuparse por los cuatro fines de semana fatídicos que sufrirá antes de las abiertas obligatorias del 14 de agosto. Ya pasó el primero (la primera vuelta en Capital), pero quedan aún los tres más duros: en Santa Fe (el próximo fin de semana), la segunda vuelta el 31 de julio y en Córdoba el 7 de agosto.
En Sante Fe el triunfo de Bonfatti (socialismo) es indiscutible y Rossi (representante del cristinismo) se encuentra más preocupado por la persecución del comediante Miguel Del Sel (PRO) que por intentar acercarse al socialista. Tal es el malestar que se vive en Santa Fe que Rossi adelantó que él –y no Cristina- será el responsable si se consigue un mal resultado en la elección del domingo.
El panorama en Córdoba es más desalentador aún: Cristina ni siquiera cuenta con candidato propio y los tres candidatos con mayores posibilidades son férreos opositores al Gobierno Nacional. El cristinismo tendrá que defender lo indefendible: el 90 % de los cordobeses (suma de los votos de Aguad, Juez y De la Sota) elegirá una alternativa opositora al cristinismo.
La segunda vuelta en Capital y las internas obligatorias comparten una particular coincidencia para el oficialismo: en su momento, se luchó y se soñó con llegar a esa fecha, pero hoy no se sabe cómo hacer para que dichas elecciones no se concreten. Sobre la segunda vuelta capitalina ya hemos desarrollado bastante la semana pasada; sólo podemos agregar que las encuestas actualizadas le dan una ventaja a Macri de 65 a 35. Cristina sabe cabalmente que Filmus debe bajarse del ballottage pero está analizando cuando será el momento más oportuno para hacerlo.
Efecto boomerang
El mentor de las elecciones internas nacionales obligatorias para todos los partidos fue –nada más y nada menos- que Néstor Kirchner. El ex Presidente imaginaba un escenario dónde él sería el único candidato consolidado y sus competidores se sacarían los ojos para ver quien sería el representante de su partido. De esa manera resulta fácil entender la causa y el origen de ésta “prueba electoral”.
Para desgracia de Cristina, lo planeado por su marido no se concretó. Alfonsín, Duhalde, Carrió, Rodríguez Saá, Binner y Altamira ya están confirmados como representantes de su espacio y no tienen competidores internos, convirtiendo a la interna de agosto en una gran encuesta nacional donde el elector se verá en el cuarto oscuro escogiendo al partido que prefiera.
De esta manera, toda consecuencia de la interna será negativa para el oficialismo. Al ingrediente de que Cristina arrastrará cuatro fines de semana con enormes malas noticias, habrá que sumarle dos elementos que la elección nacional de agosto se encargará de dilucidar.
Ante el escepticismo que las encuestadoras oficiales han logrado crear en la mayoría de los argentinos, la interna obligatoria servirá para saber dónde está parada la Presidenta. No será una encuesta, sino que la elección efectiva de los argentinos es la que anticipará si Cristina superará o no el 40% necesario para lograr la victoria en primera vuelta. No superar ese piso significará un golpe inesperado para las aspiraciones de Cristina y pondrá en duda –no sólo la victoria en primera vuelta- sino el triunfo real de la Presidenta.
Pero no se acaban aquí los escollos. Todos los encuestadores coinciden en que existe un 20 % de indecisos para escoger al candidato presidencial. Este porcentaje corresponde (casi en su totalidad) al elector opositor que todavía no tiene claro qué candidato es el más fuerte para enfrentar a Cristina. Para quienes estén identificados en este 20%, el 14 de agosto les servirá para ver quien se consolida como segundo. Alfonsín y Duhalde parecen ser los aspirantes, pero podría aparecer algún tapado (Binner o Carrió).
Imaginando que Cristina consiga 40 y tantos de puntos, contra 17 de Duhalde y 12 de Alfonsín; ese 20 % de indecisos tendrá en Duhalde al candidato que estaba buscando. Para los anti “K”, las internas serán una gran oportunidad para polarizar las elecciones y soñar con la segunda vuelta. Desde la perspectiva que se lo mire, es una elección que nada bueno le dejará al cristinismo.
Por ahora, el 14 de agosto es lejano para el cristinismo. Tendrá que ocuparse primero de cómo disimular los fracasos en Santa Fe, Córdoba y Capital. Desafío nada fácil y totalmente influyente en los comicios nacionales.