sábado, 5 de noviembre de 2011

PAUTAS PARA ENTENDER EL ROTUNDO TRIUNFO DE CRISTINA



REVISTA MAGNA. BUENOS AIRES

Cuando culminó la crisis del campo, la Presidenta sólo gozaba del 35% de imagen positiva y del 65% de imagen negativa. ¿Cómo hizo para que la voten el 54% de los argentinos?
La vigorosidad de la vida política de nuestro país hace pensar que las elecciones presidenciales ya quedaron en un pasado muy lejano. Pero no es así, transcurrió tan solo una semana de un triunfo histórico del kirchnerismo y -dicha situación- amerita un profundo análisis sobre los orígenes de la rotunda victoria “K”.
Los exitistas se quedarán con que el triunfo era previsible por la elevada imagen positiva de  Cristina, pero debe recordarse que nuestra Presidenta gozaba deImagen: venasabiertasamericanas.blogspot.comImagen: venasabiertasamericanas.blogspot.comsólo un 35% (Managment & Fit) de imagen positiva un año antes de los comicios. Y -peor aún- el kirchnerismo sufrió su momento más difícil allá por junio de 2008 cuando la ‘crisis del campo’ hacía eco en todos los rincones del país.
Existe una tesis de análisis político (surgida del estudio de la Segunda Guerra Mundial) que indica que la ‘fuerza’ de un movimiento radica en la posición que el espacio toma ante una crisis. Los buenos momentos todos los saben aprovechar y gozar, el verdadero político es el que sale bien parado de los malos momentos. Estos estudiosos se basan en la posición que supo asumir Gran Bretaña (con Winston Churchill a la cabeza) en los momentos más duros de la Guerra cuando Adolf Hitler parecía invencible.  Manteniendo esta línea de pensamiento, podemos concluir que el éxito de un movimiento político depende directamente de la ‘fuerza’ que logre construir.
El kirchnerismo (y su notable triunfo en las recientes elecciones) es un espacio o movimiento político que puede comprenderse perfectamente desde esta teoría. Fue en el momento más difícil, donde los “K” sacaron a relucir su esencia de confrontación y militancia. Muchos periodistas y opositores se sorprendieron al señalar que “no hubo campaña oficialista” en las elecciones. A ellos habrá que decirles que la verdadera campaña “K” se produjo en la crisis del campo, en los momentos difíciles.
El periodista de La Nación, Joaquín Morales Solá llegó a decir, meses atrás, que una fuente muy allegada a Alberto Fernández le confirmó que en la noche posterior al voto “no” positivo de Julio Cobos, Néstor Kirchner intentaba convencer a Cristina que la mejor salida era la renuncia. Según  esta misma fuente, fue el propio Alberto el que insistió para que la Presidenta continuara en su cargo. Curiosamente, Alberto renunció una semana más tarde de esa reunión nocturna. Dejando las suspicacias de lado, la situación planteada por esta misteriosa fuente citada por Morales Solá, nos pone de manifiesto el duro momento que el kirchnerismo debió enfrentar a mediados del 2008.
“Todo lo que no me mata me fortalece” supo decir alguna vez Friedrich Nietzsche (frase que luego repitieron varios líderes mundiales). Desde el piso tocado en ese período, el kirchnerismo comenzó a resurgir lentamente para alcanzar su cenit tras la muerte de Néstor.
En el seno íntimo del kirchnerismo saben que el humor de los argentinos suele cambiar muy rápidamente. Pasaron sólo ocho meses del 46% conseguido por Cristina en las elecciones del 2007 hasta el 32% que las encuestadoras le brindaban de imagen positiva tras la crisis del campo. Peor fue para Néstor: abandonó su gobierno con un 65% de argentinos que consideraban ‘muy buena’ su gestión. Conflicto con el campo mediante, la imagen positiva del ex presidente descendió hasta el 29%.
Estos números negativos se concretaron en las elecciones legislativas del 2009; el propio Néstor Kirchner conoció la derrota en primera persona frente al carismático Francisco De Narváez. Contra lo que decían la mayoría de los medios (principalmente el Grupo Clarín), los fanáticos “K” aseguraban que el kirchnerismo no estaba muerto y que la derrota se debía a un proceso de reconstrucción luego de la fuerte crisis del 2008. 
Sorpresivamente –y alimentando la versión del cambio dramático y fugaz de la adhesión del voto argentino-, la imagen de los referentes “K” comenzó a crecer luego de las elecciones legislativas (sobre todo la de Daniel Scioli). Muchos analistas minimizan el crecimiento de la Presidenta, luego de la muerte de Néstor: “No hubiesen ganado si no se hubiese muerto el pingüino”,Imagen: farandulatv.com.arImagen: farandulatv.com.arafirman. Si bien es cierto que el lamentable fallecimiento del ex Presidente melló en lo más profundo de un sector de los argentinos, hay que reconocer que el crecimiento que venía manteniendo el kirchnerismo era constante, sostenido y ascendente.
“Confiarse”, palabra prohibida
Existe una premisa que la historia y el pasar de varios presidentes y líderes ha consagrado como válida: es fácil no caer en el exitismo cuando no se está atravesando un buen pasar, pero es muy difícil no caer en él cuando todo parece a favor. Hoy la Presidenta se encuentra en el otro extremo del que estaba en junio del 2008.
Consiguió un triunfo histórico con guarismos altísimos, los opositores más apoyados por el elector (Binner y Afonsín) son de una ideología ‘similar’  (el socialismo de Binner es compatible con el progresismo “K” y el gesto de Alfonsín de rechazar el escepticismo por el dólar se tomó como un guiño al Gobierno), tendrá mayoría absoluta en el Senado y en Diputados, conductores influyentes (como Marcelo Tinelli) que antes la denigraban hoy la ‘felicitan’ con honores por su re-elección, etc. En fin, todo parece sonreírle a Cristina; pero no debe olvidarse que “ese humor cambiante de los argentinos” que le posibilitó remontar la situación del 2008 podría volver a cambiar raudamente ante cualquier descuido.
Por otro lado, no hay que olvidarse de mirar los números en su totalidad. Es cierto que el 54% demostró un apoyo rotundo a su Gobierno; pero también es cierto que un 46% decidió votar en contra de su modelo. La realidad indica que la mitad del país no se siente atraído por el kirchnerismo; y –peor aún- una gran parte de esa mitad padece un convencimiento profundo de negar todo lo relacionado a los “K”.
Aunque parezca paradójico, hay ocasiones en las que es más conveniente gobernar bajo un clima reacio; sobre todo en un país tan cambiante como el nuestro. Al respecto –y para finalizar- puede citarse una frase de un político que conoció como nadie el sentir de los argentinos: Julio Argentino Roca. Quien fuera Presidente por doce años de nuestro país remarcó que “gobernar en una sociedad que no te quiere es un desafío; pero gobernar en una sociedad que sólo te alaba es una trampa mortal que pocos pudieron atravesar”.
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CUANDO EL ENTORNO RESTA MÁS DE LO QUE SUMA





La semana pasada reflejamos en este espacio que el ganador oculto de las elecciones era Néstor Titi Bosetti. En el otro polo, se podría afirmar que el perdedor oculto de los comicios fue Ricardo Quintela. El espacio liderado por el Gitano se quedó con las manos vacías y no encontró una sola razón para sonreir luego del 23 de octubre. Todas fueron malas noticias: Su hermana no entró como Diputada Nacional; la única representante que tenía el quintelismo (Teresita Q) en el Congreso Nacional lo abandonará en diciembre y dejará al quintelismo sin soldados en la Nación, la lista por la que hacía fuerzas el espacio de Quintela perdió rotundamente en Capital (provocando la derrota en la General) y –como consecuencia- la relación Quintela-Beder quedó pendiendo de un hilo.
Claramente, el quintelismo fue el sector más perjudicado por las últimas elecciones. A raiz de esa premisa inquebrantable, las internas en el seno más íntimo del círculo de Quintela comenzaron a hacerse visible. Existe una vieja frase que volvió a retumbar en los oídos de todos los soldados quinielistas: “Quintela hace todo bien, el problema es el entorno del Gitano”. 
Precisamente en esa palabra mágica, el intendente encontraría la mejor excusa para exculparse del fracaso quinielista; Ricardo no participó en primera persona en las elecciones y fue el ‘entorno’ el encargado de mover el aparato para respaldar la candidatura de la hermana del intendente. Los resultados están a la vista: el entorno falló una vez más.
Armando Molina, Miguel Galeano y Harry Perez serían los ‘soldados’ que más tirones de orejas recibieron. Los resultados finales de la elección dejaron en claro dos premisas: En primer lugar, la presencia del Gitano es imprescindible para obtener un buen resultado. Consecuentemente, cuando el intendente delega poder y deja actuar a sus personas de confianza aparece siempre la misma palabra: fracaso.

Mirando al futuro
A pesar de que quedarse sin representantes en Buenos Aires es un duro golpe, los resultados del 23-O no es lo que más preocupa al Gitano. “Una de las armas de la política es la anticipación” repetía Bartolomé Mitre cuando lo tildaban de ‘apresurado’. Siguiendo a Mitre, Quintela no se conforma con los consuelos de su círculo que caen en el “falta mucho para el 2015” para intentar disimular el fiasco de octubre. El Gitano sabe que éste es su último mandato como Intendente y tendrá que trabajar duramente para solucionar dos grandes desafíos: consagrarse como el heredero de Beder y buscar un heredero propio para su querida capital. 
En su interior, Quintela sabe que el problema mayor no será el primero; claramente es uno de los líderes político de nuestra provincia y no le costará mucho instalarse como el sucesor del Beder (el gran inconveniente que puede surgir aquí es que el gobernador no se digne a abandonar la Casa de Gobierno y apele a una reforma constitucional). Lo que quita el sueño del líder nato del quintelismo es hallar a su propio heredero; él más que nadie sabe las debilidades y la inconsistencia de su entorno. A su vez, existe una realidad que el intendente cree imposible de remontar en cuatro años: el alto porcentaje de imagen negativa que tienen todos los referentes quinielistas que lo rodean.
A diferencia del escenario provincial -en la lucha por la gobernación- donde parece ser claro que de no seguir Beder, naturalmente lo sucede Quintela (las aspiraciones de Menem de quedarse con ese lugar no parecen ser serias y a Minuzzi le faltaría mucho terreno por recorrer), en la lucha por la intendencia capitalina hay dos candidatos que ya se perfilan seriamente para disputarse mano a mano el sillón que dejará Ricardo. Lo cruel para el intendente es que ninguno de los dos es de su espacio: Tere Luna y Titi Bosetti son los políticos que –debido a los resultados conseguidos- quedaron instalados para luchar por  la intendencia en el 2015. Aunque la flamante senadora electa arranque con ventaja en esta carrera (estará muy cerca de Cristina y tendrá tiempo de sobra para proyectar un fuerte respaldo del Gobierno Nacional), todo parece indicar que el que realice mejor su tarea en estos cuatro años es el que conquistará mayores adhesiones en los próximos cuatro años. No se descarta que el radicalismo de pelea con su candidato (que resultará de la lucha por el liderazgo entre Julio Martínez y Guillermo Galván), pero cuatro años no parecen ser tiempo suficiente para reconstruir un partido que en los últimos tiempo recibió pálida tras pálida.
Si bien sólo se trata de especulaciones, lo que más molesta a Quintela es situarse fuera de ellas (en Capital). No se discute que un político con el currículum y la trayectoria del Gitano pueda aspirar seriamente a gobernar la provincia, pero ¿Cómo hará para gacerlo si no logra retener el poder en su distrito?
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domingo, 30 de octubre de 2011

BEDER HERRERA O JUAN B ALBERDI ¿QUIEN TENDRÁ RAZÓN?




MINUTORIOJA.COM.AR

En su libro “Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina” (en el que se basa nuestra Constitución Nacional) Juan Bautista Alberdi expone dos principios básicos para el funcionamiento eficaz de cualquier sistema de gobierno. En primer lugar explica que “las normas están hechas para cumplirlas”; aunque parezca una frase sencilla y obvia, veremos que no siempre se concreta. Segundamente, el creador de nuestra Constitución exhibe una condición inquebrantable para que la democracia se convierta en un sistema sólido: “Deberán ser los propios líderes los primeros en cumplir con las normas, convirtiéndose en los guías de la sociedad”.
Lo que pasó el último domingo en nuestra provincia es una clara muestra que los políticos que tienen el deber y el honor de representarnos no cumplen los requisitos que Alberdi (y cualquier sistema de gobierno serio) manda. Nuestra ley electoral es bien clara sobre las elecciones provinciales para el estamento de senador: una vez terminado el recuento de votos, la mayoría obtendrá dos representantes y la minoría se quedará con uno. La intención de la ley también es muy clara: respetar la voluntad del pueblo (por eso se le dan más cargos a la mayoría) pero impedir que el oficialismo posea una mayoría absoluta en el Congreso. Todo Gobierno democrático debe contar con un poder legislativo en el que se encuentren opositores que medien como “controladores” del poder ejecutivo.
En La Rioja, ese principio de gobernabilidad democrática fue burlado por el Gobernador Luis Beder Herrera. Como se esperaba, en nuestra provincia se eligieron tres senadores justicialistas que responderán órdenes del poder ejecutivo nacional (Cristina). El interrogante que surge naturalmente es obvio ¿Quién representa a la minoría de la que habla nuestra ley electoral? Carlos Menem, Hilda Beba de Soria y Teresita Luna (ocuparán el senado desde el 10 de diciembre) hicieron público su adhesión al Gobierno Nacional. 
Pero la desobediencia sobre las leyes y normas no es algo nuevo para nuestros políticos. El pasado 14 de agosto, Beder también birló la nueva ley electoral P.A.S.O (Primarias Abiertas Simultaneas y Obligatorias) que el propio kirchnerismo implementó. En dicha ley, se expresa que los candidatos de todos los estamentos correspondientes al mismo partido deberán enfrentarse en una instancia previa para definir a sus representantes. La lista verde y la azul corresponden a un mismo espacio político, pero el Gobernador decidió crear un partido nuevo (Frente Popular Riojano) que le permita violar la nueva ley. Todo con una sola misiva: cumplir con una supuesta promesa que le hizo a la presidenta de ‘enviarle’ tres senadores oficialistas.
El procedimiento electoral correcto hubiese sido (según las PASO) que las listas de Menem y Luna midan fuerzas el 14 de agosto; y quien resultara ganador representaría al oficialismo el 23 de octubre. Nada de esto pasó; el Gobierno Provincial actuó a su antojo y posibilitó que el 23 de Octubre compitieran dos listas que representan a un mismo espacio y partido (Justicialismo kirchnerista).

El Cinismo como guía
Para muchos medios de comunicación el despropósito del gobernador es lo que lo caracteriza como un “gran estratega”. Es aquí donde citaremos el segundo principio básico de Alberdi. Nuestros líderes no sólo que no profesan el ejemplo para convertirse en guías de la ciudadanía, sino que se mofan de incumplir con las normas. Resulta que ahora el hecho de violar la ley te convierte en un ‘gran estratega’. 
A diferencia de lo que pueda parecer la primera sensación (tendrá más legisladores fieles), será la propia presidenta la principal damnificada por lo sucedido. Como sostuvo Alberdi 1952 –y lo corroboró el paso del tiempo- para un gobierno democrático es imprescindible la presencia de la oposición en el poder legislativo. En la campaña electoral se lo ha escuchado al gobernador hablar de la importancia del senador número 37 (que le da quórum propio al oficialismo). Esto significa que la oposición estará casi inhabilitada de oponer resistencia ante algún proyecto del ejecutivo que considere desmedido o incorrecto.Gracias a La Rioja, Cristina podrá actuar a su antojo en el Congreso¿Será ese el fin del sistema  democrático? ¿Se habrá equivocado Alberdi con su libro y será Beder Herrera quien esté en lo cierto? Salvo para nuestros ‘líderes’ políticos, las respuestas parecen ser bastantes obvias. Como siempre, sólo el tiempo se encargará de poner las cosas en su lugar. 
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EL VERDADERO TRIUNFO DEL KIRCHNERISMO: PERDIÓ LA DERECHA



REVISTA MAGNA. BUENOS AIRES

Cristina consiguió la reelección que le permitirá gobernar hasta el 2015; pero en un análisis más profundo se encuentra el verdadero festejo kirchnerista: la erradicación del liberalismo.
Pasaron las elecciones más importantes del año y –como se esperaba- la Presidenta obtuvo un rotundo triunfo que le permite continuar por cuatro años más al frente de la Casa Rosada. Son varias las secuelas que nos deja para el análisis la paliza que el kirchnerismo le propinó a sus opositores en todos los rincones del país (salvo en la ‘blindada’ San Luis), pero centramos nuestra atención en la victoria que más se festeja en el seno íntimo del Kirchnerismo: el triunfo de la centroizquierda y la desaparición del liberalismo.
No es una información clasificada o secreta que el kirchnerismo libra una batalla que tiene como meta imponer un “cambio cultural” en la Argentina. A lo largo de sus ocho años en la cima del poder, este espacio que lideró Néstor Kirchner se propuso provocar un cambio radical en la forma de vivir la política. Las elecciones del pasado domingo confirmaron que varias de sus batallas han sido ganadas.
La erradicación del “Neo”Imagen: cableatierra.comImagen: cableatierra.com
Quienes conocían al “Flaco” Kirchner desde sus comienzos, aseguran que en la década del noventa existía una palabra que le causaba aberración: “Neoliberalismo”. Los lectores del libro “El Flaco” de Juan Pablo Feinmann así lo podrán corroborar. Más allá de que algunos especialistas en material de archivo lo hayan mostrado en festejos o reuniones amigables con el líder neoliberal nacional de la década (Carlos Menem),es una certeza que el entonces Gobernador de Santa Cruz creía que el liberalismo era un mal que tenía como única meta destruir a los países en vías de desarrollo.
Desde su llegada al poder nacional, Néstor inició la cruzada antiliberal que le costaría más de un malentendido con los Estados Unidos. La pronta rebeldía de Argentina hacia el país del norte fue un gesto claro de lo que se vendría: un corrimiento profundo hacia la centro izquierda.
No hace falta ser un genio para palpar el rotundo triunfo de Néstor en las elecciones del pasado domingo: de los siete candidatos presidenciales, ninguno puede considerarse “liberal” ó –mucho menos- “neoliberal”. El elector tuvo que escoger entre un candidato de extrema izquierda (Jorge Altamira), tres candidatos de izquierda (Elisa Carrió, Cristina Fernández de Kirchner y Hermes Binner), y tres candidatos que –si bien no se originaron en la izquierda- están más cerca del centro que de la derecha (Eduardo Duhalde, Ricardo Alfonsín y Alberto Rodríguez Saá). Los candidatos de derecha o ‘liberales’ brillaron por su ausencia.
Si a dicho escenario, le sumamos que los dos primeros (Cristina y Binner) pertenecen a la representación más fiel del socialismo (sumaron casi el 70% de los votos) y que el candidato ‘sensación’ en toda la campaña (internas incluidas) fue el representante de la extrema izquierda (Altamira); concluimos que el 23 de octubre quedará en la historia de nuestro país como el día en el que la Argentina se consolidó como un país de izquierda.
Cuando el mismo Néstor Kirchner consiguió consagrarse como Presidente allá por abril de 2007, el ganador de la elección fue Carlos Menem (quien luego se bajaría y no competiría en la segunda vuelta). Néstor  quedó segundo y el tercer lugar fue para Ricardo López Murphy. Observamos como Kirchner estaba rodeado por el liberalismo (arriba y abajo). Otro dato para demostrar que corrían otros tiempos: el Partido Socialista (que el domingo con Binner pasó los 16 puntos) obtuvo sólo 1,12%.
En la elección del 2007 ya se comenzó a registrar la influencia del kirchnerismo. Si bien todavía se podía elegir entre tres candidatos de derecha (Roberto Lavagna, Ricardo López Murphy y Jorge Sobichs), los resultados demostraban un rechazo hacia el liberalismo. López Murphy pasó de ser tercero en el 2003 a sexto en el 2011 (con sólo el 1,43%) y Sobichs fracasaría notablemente para quedar sexto. Sólo Lavagna pudo disimular el fracaso obteniendo un tercer lugar; aunque su objetivo era ser el perseguidor inmediato de Cristina (lugar que ocupó Elisa Carrió).
No es nuestra intención hostigar con números y estadísticas al lector, sólo nos proponemos reflejar lo que –a estas alturas- ya es obvio: la derecha perdió frente a la izquierda.
¿Y ahora qué?
Sin tener que molestarse por lidiar con el liberalismo (tarea que cumplió su marido), queda por averiguar cuál será el próximo paso de Cristina en ésta “guerra cultural”. Los medios de comunicación y las instituciones de formación (Escuelas,  Universidades, etc.) siempre estarán entre los objetivos del kirchnerismo, pero pareciera que la meta principal todavía no se ha dado a conocer (por lo menos, públicamente).
El enorme poder que le brindó el pueblo en las urnas y el hecho de ser el primer ‘ismo’ de la historia Argentina que estará –al menos- 12 años ininterrumpidos en lo más alto del poder le dan a la Presidenta un gran margen para ser ambiciosa a la hora de diagramar sus planes de gobierno.
Sobrevivientes del liberalismo dicen que ahora se viene lo peor, que Cristina usará el poder que la ciudadanía le brindó e irá por todo. La Venezuela de Hugo Chávez sería el modelo a seguir para perpetuarse en ese lugar. Si la alarma que pretenden instalar los “anti K” se concreta, las instituciones y el Grupo Clarín serán las próximas víctimas del Gobierno. Un régimen como el venezolano no podría darse con la existencia de instituciones fuertes y –sobre todo- con un multimedio que dé a conocer todas las miserias del Gobierno Nacional.
En el otro polo se encuentran los opositores conciliadores que creen que Cristina entenderá que el respaldo del pueblo es un compromiso para reforzar y mejorar su Gobierno y no un cheque en blanco para que haga lo que quiera. En este sector se ubican aquellos que afirman que –si bien hay muchas cosas por corregir- es indiscutible que la economía ha mejorado con los Kirchner en el poder. “Si la Presidenta corrige sus malos tratos a los opositores y mejora algunas ‘formas’, tiene la posibilidad de quedar en la historia como una de los líderes más importantes del país”. En esta corriente de pensamiento estaría incurriendo el Jefe de Gobierno Porteño.
Ya habrá tiempo para dilucidar y analizar lo que se viene. Por ahora, debemos remitirnos a lo que pasó en las últimas elecciones: la Argentina le dijo adiós a la derecha y le abrió –definitivamente- las puertas a la izquierda socialista.   
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