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REVISTA MAGNA. BUENOS AIRES
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Cuando culminó la crisis del campo, la Presidenta sólo gozaba del 35% de imagen positiva y del 65% de imagen negativa. ¿Cómo hizo para que la voten el 54% de los argentinos?
La vigorosidad de la vida política de nuestro país hace pensar que las elecciones presidenciales ya quedaron en un pasado muy lejano. Pero no es así, transcurrió tan solo una semana de un triunfo histórico del kirchnerismo y -dicha situación- amerita un profundo análisis sobre los orígenes de la rotunda victoria “K”.
Los exitistas se quedarán con que el triunfo era previsible por la elevada imagen positiva de Cristina, pero debe recordarse que nuestra Presidenta gozaba de
Imagen: venasabiertasamericanas.blogspot.comsólo un 35% (Managment & Fit) de imagen positiva un año antes de los comicios. Y -peor aún- el kirchnerismo sufrió su momento más difícil allá por junio de 2008 cuando la ‘crisis del campo’ hacía eco en todos los rincones del país.
Existe una tesis de análisis político (surgida del estudio de la Segunda Guerra Mundial) que indica que la ‘fuerza’ de un movimiento radica en la posición que el espacio toma ante una crisis. Los buenos momentos todos los saben aprovechar y gozar, el verdadero político es el que sale bien parado de los malos momentos. Estos estudiosos se basan en la posición que supo asumir Gran Bretaña (con Winston Churchill a la cabeza) en los momentos más duros de la Guerra cuando Adolf Hitler parecía invencible. Manteniendo esta línea de pensamiento, podemos concluir que el éxito de un movimiento político depende directamente de la ‘fuerza’ que logre construir.
El kirchnerismo (y su notable triunfo en las recientes elecciones) es un espacio o movimiento político que puede comprenderse perfectamente desde esta teoría. Fue en el momento más difícil, donde los “K” sacaron a relucir su esencia de confrontación y militancia. Muchos periodistas y opositores se sorprendieron al señalar que “no hubo campaña oficialista” en las elecciones. A ellos habrá que decirles que la verdadera campaña “K” se produjo en la crisis del campo, en los momentos difíciles.
El periodista de La Nación, Joaquín Morales Solá llegó a decir, meses atrás, que una fuente muy allegada a Alberto Fernández le confirmó que en la noche posterior al voto “no” positivo de Julio Cobos, Néstor Kirchner intentaba convencer a Cristina que la mejor salida era la renuncia. Según esta misma fuente, fue el propio Alberto el que insistió para que la Presidenta continuara en su cargo. Curiosamente, Alberto renunció una semana más tarde de esa reunión nocturna. Dejando las suspicacias de lado, la situación planteada por esta misteriosa fuente citada por Morales Solá, nos pone de manifiesto el duro momento que el kirchnerismo debió enfrentar a mediados del 2008.
“Todo lo que no me mata me fortalece” supo decir alguna vez Friedrich Nietzsche (frase que luego repitieron varios líderes mundiales). Desde el piso tocado en ese período, el kirchnerismo comenzó a resurgir lentamente para alcanzar su cenit tras la muerte de Néstor.
En el seno íntimo del kirchnerismo saben que el humor de los argentinos suele cambiar muy rápidamente. Pasaron sólo ocho meses del 46% conseguido por Cristina en las elecciones del 2007 hasta el 32% que las encuestadoras le brindaban de imagen positiva tras la crisis del campo. Peor fue para Néstor: abandonó su gobierno con un 65% de argentinos que consideraban ‘muy buena’ su gestión. Conflicto con el campo mediante, la imagen positiva del ex presidente descendió hasta el 29%.
Estos números negativos se concretaron en las elecciones legislativas del 2009; el propio Néstor Kirchner conoció la derrota en primera persona frente al carismático Francisco De Narváez. Contra lo que decían la mayoría de los medios (principalmente el Grupo Clarín), los fanáticos “K” aseguraban que el kirchnerismo no estaba muerto y que la derrota se debía a un proceso de reconstrucción luego de la fuerte crisis del 2008.
Sorpresivamente –y alimentando la versión del cambio dramático y fugaz de la adhesión del voto argentino-, la imagen de los referentes “K” comenzó a crecer luego de las elecciones legislativas (sobre todo la de Daniel Scioli). Muchos analistas minimizan el crecimiento de la Presidenta, luego de la muerte de Néstor: “No hubiesen ganado si no se hubiese muerto el pingüino”,
Imagen: farandulatv.com.arafirman. Si bien es cierto que el lamentable fallecimiento del ex Presidente melló en lo más profundo de un sector de los argentinos, hay que reconocer que el crecimiento que venía manteniendo el kirchnerismo era constante, sostenido y ascendente.
“Confiarse”, palabra prohibida
Existe una premisa que la historia y el pasar de varios presidentes y líderes ha consagrado como válida: es fácil no caer en el exitismo cuando no se está atravesando un buen pasar, pero es muy difícil no caer en él cuando todo parece a favor. Hoy la Presidenta se encuentra en el otro extremo del que estaba en junio del 2008.
Consiguió un triunfo histórico con guarismos altísimos, los opositores más apoyados por el elector (Binner y Afonsín) son de una ideología ‘similar’ (el socialismo de Binner es compatible con el progresismo “K” y el gesto de Alfonsín de rechazar el escepticismo por el dólar se tomó como un guiño al Gobierno), tendrá mayoría absoluta en el Senado y en Diputados, conductores influyentes (como Marcelo Tinelli) que antes la denigraban hoy la ‘felicitan’ con honores por su re-elección, etc. En fin, todo parece sonreírle a Cristina; pero no debe olvidarse que “ese humor cambiante de los argentinos” que le posibilitó remontar la situación del 2008 podría volver a cambiar raudamente ante cualquier descuido.
Por otro lado, no hay que olvidarse de mirar los números en su totalidad. Es cierto que el 54% demostró un apoyo rotundo a su Gobierno; pero también es cierto que un 46% decidió votar en contra de su modelo. La realidad indica que la mitad del país no se siente atraído por el kirchnerismo; y –peor aún- una gran parte de esa mitad padece un convencimiento profundo de negar todo lo relacionado a los “K”.
Aunque parezca paradójico, hay ocasiones en las que es más conveniente gobernar bajo un clima reacio; sobre todo en un país tan cambiante como el nuestro. Al respecto –y para finalizar- puede citarse una frase de un político que conoció como nadie el sentir de los argentinos: Julio Argentino Roca. Quien fuera Presidente por doce años de nuestro país remarcó que “gobernar en una sociedad que no te quiere es un desafío; pero gobernar en una sociedad que sólo te alaba es una trampa mortal que pocos pudieron atravesar”.