REVISTA MAGNA
BUENOS AIRES
Imagen: urgente24.comLas palabras de MacArthur bien podrían salir de la boca de cualquier funcionario/asesor de confianza de Cristina. En el Gobierno Nacional existe una creciente sensación de que se está perdiendo una batalla muy importante con el caso que sacude a Amado Boudou. La causa Ciccone vendría a ser el Pearl Harbor del kirchnerismo. Como nunca antes en nuestra historia, un Vicepresidente de la Nación se ve involucrado directamente en un escándalo de corrupción que podría ser meritorio de juicio político.
BUENOS AIRES
Las actitudes indiferentes asumidas por la Presidenta y la falta de tacto político del Vicepresidente hacen pensar que no hay otro camino posible.
Cuando el General Douglas MacArthur expuso ante el entonces Presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt sus motivos para iniciar una invasión urgente sobre territorio japonés (luego del ataque nipón a Pearl Harbor), terminó su discurso con una frase que con el tiempo se convertiría en mítica: “Querido Presidente, todo lo que dije no es más que palabrerío barato; lo único cierto es que no hay peor desgracia para una Fuerza que las luchas internas, y ellas aparecen cuando faltan seguridad y convicción. Es cierto que si atacamos corremos el peligro de ser derrotados por la fuerza contraria, pero si no lo hacemos corremos el riesgo de un peligro aún mayor: ser derrotados por fuerzas propias que no confían en nuestro liderazgo”.
Lazos inocultables
Los vínculos entre Alejandro Vandenbroele (propietario de Ciccone Calcografía) y Amado Boudou son –a estas alturas- muy difíciles de esconder para el Vicepresidente. El allanamiento ordenado por la Justicia la semana pasada en la casa de Amado Boudou mostró lazos notorios entre quien es acusado de testaferro de Boudou (Vandenbroele) y el Vicepresidente. Vale aclarar que hoy Boudou no vive en esa casa: se mudó a mediados del 2011 y se la alquiló a un tal Fabián Carosso Donatiello, un amigo y socio de Vandenbroele. Donatiello no vive aquí en Argentina, en estos momentos radica en Madrid llevando a cabo un jugoso negocio millonario junto a su amigo.
Para pasar en limpio los detalles que develó el allanamiento a la casa de Boudou, se pueden mencionar tres puntos de suma importancia:
- Vandenbroele figura como representante ante el consorcio del edificio
- Expensas del departamento pagadas por el propio Vandebroele
- En los cuatro meses subsiguientes a que Boudou abandonase la casa, la cuenta del servicio de cable del departamento llegó a nombre de Alejandro Vandenbroele
Luego de estas pruebas, puede considerarse irrisorio el intento desesperado del Vicepresidente de comprobar que no conoce a Vandenbroele. La justicia así lo cree y le será imposible a Boudou afirmar que lo descubierto obedece a simples casualidades.
Lo cierto es que el embrolló ya está descubierto, y ahora la lupa está puesta sobre la Presidenta para ver cómo reacciona frente a semejante denuncia. En el entorno de Cristina, manifiestan que ella está envuelta en una encrucijada: Si obliga a renunciar a Boudou cumple el cometido de su máximo enemigo: el Grupo Clarín; si no lo hace y mantiene a su ex chico mimado en el Gobierno, teme que esté estirando una agonía irrevocable y mientras más tiempo transcurra, peor serán los costos que pagará su Gobierno por la falta de acción.
Hoy, el kirchnerismo sabe que el caso Ciccone se convertirá en una gran piedra en su camino, no hay resultados positivos. Ministros como Florencio Randazzo y Nilda Garré ya hicieron sus declaraciones para intentar salvaguardar su persona, incluso sabiendo que sus aportes hundían más al Vicepresidente. Dichas actitudes no cayeron para nada bien en el despacho presidencial.
Zannini MacArthurtista
Desde el preciso momento en que el caso Ciccone tomó masividad, el Secretario Legal y Técnico Carlos “Chino” Zannini le aconsejó a la Presidenta cortar por lo sano y pedirle la renuncia a Amado Boudou.
Muchos lo acusaron de “alarmista” y de provocar decisiones disparatadas ya que “el método del kirchnerismo no es el de dar por perdidas las batallas antes de tiempo”, era el lema de los cristinistas.
Coherente con su tradición política (que lo unió, desde los comienzos, al ex Presidente Néstor Kirchner), Zannini le anticipó a Cristina que era mejor “actuar” y que no se ganaría nada (sino por el contrario, se perdería mucho) si se dejaba pasar el tiempo esperando que la “oposición mediática” (Clarín) siga atacando. A pesar de ser una de las personas a las que más escucha (en orden de jerarquía, luego de Máximo Kirchner y antes de Héctor Iscazuriaga), Cristina prefirió mantener la pasividad y sólo le aplicó una notoria “indiferencia” al acusado.
Vale recordar un detalle importantísimo para demostrar la insistencia de Zannini: Cristina pensaba en mantener al “amigable” juez Norberto Oyarbide en la causa Ciccone pero debido a los reiterados pedidos de Zannini (con el aval de Máximo), Cristina convenció a Oyarbide para que se declare incompetente en la causa. Este podría considerarse un punto de inflexión en el porvenir de Boudou. Conocedores del mundo “K” lo definieron como el hecho en el que Cristina le soltó la mano al Vicepresidente.
Pero todo tiene un límite. En las últimas horas del miércoles pasado, la Presidenta se habría comunicado con Boudou y terminó su reto diciéndole: “Hacete cargo de esto”. Nadie sabrá si Cristina conocía –de antemano- el discurso que Boudou pronunció el jueves en el Congreso, pero quienes creen en el olfato político de la Presidenta aseguran que es imposible que Cristina haya permitido que el Vicepresidente cometa semejante despropósito.
“Boudou no hizo más que abrir un montón de frentes juntos que el kirchnerismo no está preparado para afrontar”, declaró el funcionario oficialista Luis D’Elía. Más que cierta resulta la frase del piquetero “Rafecas, Rivolo, Magnetto y Righi parecen ser bastantes enemigos de peso para enfrentarlos juntos. Además, el discurso de Boudou fue improcedente, incongruente y contradictorio”.
En primer término acusó a Magnetto (C.E.O de Clarín) de liderar un grupo mafioso. Para el ciudadano común, surgieron dos interrogantes con respuestas que sólo perjudican al oficialismo. Si es cierto, ¿Cómo puede ser que el Gobierno Nacional (se supone, el sector más poderoso del país) no pueda desarticular una mafia?¿Quién nos protege? Si no es cierto ¿Cómo el Vicepresidente puede apelar a semejante acusación para salvaguardar su persona?
Seguidamente, las acusaciones contra Rafecas (Juez reconocido internacionalmente) de “mafioso” cómplice de Clarín no tienen fundamento alguno. ¿No se enteró el Vicepresidente que el mismo Juez Rafecas posee una denuncia y amparo del mismo Grupo Clarín por Papel Prensa? Los saludos públicos y apoyos de diferentes personajes importantes solidarizándose con Rafecas no se hicieron esperar.
En ocasiones, parece poco serio plantear como una guerra la contienda librada entre el kirchnerismo y el Grupo Clarín. Pero las propias declaraciones de funcionarios oficialistas llegan a convencer de que no se está frente a un conflicto de intereses más. Ahora bien, manteniendo una guerra a un grupo mafioso (como el mismo Boudou lo calificó a Clarín), es oportuno abrir otro frente contra la justicia. “La situación con Comodoro Py nunca volverá a ser la misma”, admitieron en el kirchnerismo.
Desde el ángulo u óptica que se lo mire, el caso Ciccone parece tener una sola salida política para el Gobierno: la renuncia de Boudou. Con la pasividad de Cristina o con el accionar activo de Zannini o MacArthur, la renuncia del Vicepresidente parece ser impostergable. Será tarea de Cristina y su conjunto de asesores asumir el golpe de la mejor manera posible.