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MINUTORIOJA LA RIOJA
La definición literal de “ismo” nos dice que “es utilizado, principalmente, para denominar a cualquiera de las tendencias o escuelas artísticas contemporáneas, cada una de las cuales proclama sus propias características que las diferencian de los otros estilos”. No apuntaremos aquí a la rama artística de los ismos, sino a su implicancia en el mundo político.
Daría la sensación que en nuestra provincia (y en nuestro país) con el sólo hecho de obtener un resultado aceptable en una elección, ya se adquiere la potestad para denominar al espacio con la extensión “ismo”.
En La Rioja, hoy inundan nuestro escenario político términos como el “bederismo”, el “lunismo”, el “quintelismo”, el “menemismo”, etc. Desde Minutorioja –de acuerdo con la definición de ismo- nos preguntamos si dichos espacios poseen características suficientes para diferenciarse de los otros espacios. Es decir, el interrogante es si tienen la capacidad de expresar un “proyecto propio” que lo haga único e indistinto con respecto a los demás.
Un gran pensador de los países bajos –Jurguen Habermas- dijo alguna vez que “para conformar un espacio político propio es necesario tener una ideología firme que se sustente en principios irrevocables; y tener como fin un modelo de sociedad por el que se luche”.
De acuerdo a dicha definición parecería demasiado benevolente calificar a algunos de nuestros espacios con el término ismo. La mayoría de los ismos riojanos tienen como fin sólo identificar la obediencia a su líder, sin importar los principios políticos que cada espacio persigue. Es por ello que ya no nos sorprende que quien hoy pertenece al bederismo, mañana aparezca en las filas del quintelismo (o viceversa). La pertenencia al ismo hoy obedece a la conveniencia y no a la vocación propia de la política.
Para explicitar lo anterior, sólo debemos revisar la historia reciente de nuestra política y observar que Angel Maza fue “menemista” y luego se enfrentó a Menem transformándose en Mazista. A su vez, Beder fue “mazista” y después desobedeció a su líder para crear el “bederismo”. El caso de Quintela es más que particular, fue “mazista”, “menemista” y ahora “bederista”.
Con lo visto, el “ismo” termina por confundir al ciudadano común; meta radicalmente opuesta a la original de clarificar y diferenciar los distintos espacios para decidir con que proyecto encolumnarse.
Menemismo vs Kirchnerismo
Sin temor a equivocarse puede afirmarse que en los últimos años han existido sólo dos ismos políticos en nuestro país. Uno predominó en la década del 90 y el otro lo hace actualmente. Sólo el ex presidente Carlos Menem y el fallecido Néstor Kirchner han tenido el tiempo suficiente en el poder (y la capacidad necesaria) para crear una metodología única y distintiva de llevar a cabo su políticas proclamando sus proyectos.
Sin entrar en el terreno de posicionarse como juez y determinar la bondad o la maldad de cada modelo, debemos decir que ambos han representado una corriente política con un proyecto propio sustentado en una ideología basada en principios distintivos.
Claro está también que los dos ismos que prevalecieron en nuestro país son totalmente antagónicos. Mientras el menemismo privilegió una política neoliberal basada en la privatización de las empresas, el kirchnerismo buscó perseverar en la estatización de la economía y perseguir obstinadamente la igualdad social de la sociedad.
Más allá de que la desesperación política que atraviesa el líder natural del menemismo en la actualidad, provoque que “diga” ser aliado del Kirchnerismo; no debe dejar de reconocérsele que ha sido el protagonista principal de la política que predominó en la década del 90.
La Rioja sin ismos
Con la decadencia natural del menemismo, nuestra provincia ha entrado en el vacío ismico. El quintelismo y el bederismo han demostrado que su fin es acomodarse en el espacio nacional (o provincial) que mejor pasar posea. Obviamente, debe admitirse la gran lectura política que han demostrado y que les ha permitido mantenerse en el tiempo. Pero de ahí a considerarse un espacio político con un proyecto propio existe un largo camino por recorrer.
Por su parte, el lunismo –sin subestimar el espacio que conforman- no es más que una variante del kirchnerismo. Debe valorarse que la corriente provincial liderada por la vicegobernador Teresita Luna ha sido la perseguidora más fiel (y de la primera hora) con la que el Gobierno Nacional ha contado en La Rioja. El lunismo ha manifestado su concordancia con el kirchnersimo incluso cuando los k no era sinónimo de respaldo popular, sino –por el contrario- muy cuestionados en la sociedad. En La Rioja, Kirchnerismo y lunismo no se pueden diferenciar; nadie puede dudar de ello.
No se pretende aquí eliminar o acabar los espacios políticos locales. Se puede entender que los medios se refieran a alguna figura política con el término “ismo” para identificarlo con su líder; el problema es cuando los propios políticos se sienten que han construido un espacio representativo único y distintivo porque lo califican con “ismo”.
Habría que comunicarles a algunos políticos riojanos que su tarea no se reduce a conseguir un “ismo” propio, sino trabajar para construir un espacio político que luche por los derechos del ciudadano proclamando su ideología y principios sin “confundir” al votante. Si consiguen concretar dicho trabajo, el calificativo de ismo decaerá naturalmente con el tiempo.