sábado, 27 de agosto de 2011

EL PELIGRO DE LOS FALSOS ISMOS




MINUTORIOJA LA RIOJA

La definición literal de “ismo” nos dice que “es utilizado, principalmente, para denominar a cualquiera de las tendencias o escuelas artísticas contemporáneas, cada una de las cuales proclama sus propias características que las diferencian de los otros estilos”. No apuntaremos aquí a la rama artística de los ismos, sino a su implicancia en el mundo político.
Daría la sensación que en nuestra provincia (y en nuestro país) con el sólo hecho de obtener un resultado aceptable en una elección, ya se adquiere la potestad para denominar al espacio con la extensión “ismo”.
En La Rioja, hoy inundan nuestro escenario político términos como el “bederismo”, el “lunismo”, el “quintelismo”, el “menemismo”, etc. Desde Minutorioja –de acuerdo con la definición de ismo- nos preguntamos si dichos espacios poseen características suficientes para diferenciarse de los otros espacios. Es decir, el interrogante es si tienen la capacidad de expresar un “proyecto propio” que lo haga único e indistinto con respecto a los demás.
Un gran pensador de los países bajos –Jurguen Habermas- dijo alguna vez que “para conformar un espacio político propio es necesario tener una ideología firme que se sustente en principios irrevocables; y tener como fin un modelo de sociedad por el que se luche”. 
De acuerdo a dicha definición parecería demasiado benevolente calificar a algunos de nuestros espacios con el término ismo. La mayoría de los ismos riojanos tienen como fin sólo identificar la obediencia a su líder, sin importar los principios políticos que cada espacio persigue. Es por ello que ya no nos sorprende que quien hoy pertenece al bederismo, mañana aparezca en las filas del quintelismo (o viceversa). La pertenencia al ismo hoy obedece a la conveniencia y no a la vocación propia de la política.
Para explicitar lo anterior, sólo debemos revisar la historia reciente de nuestra política y observar que Angel Maza fue “menemista” y luego se enfrentó a Menem transformándose en Mazista. A su vez, Beder fue “mazista” y después desobedeció a su líder para crear el “bederismo”. El caso de Quintela es más que particular, fue “mazista”, “menemista” y ahora “bederista”. 
Con lo visto, el “ismo” termina por confundir al ciudadano común; meta radicalmente opuesta a la original de clarificar y diferenciar los distintos espacios para decidir con que proyecto encolumnarse. 
Menemismo vs Kirchnerismo
Sin temor a equivocarse puede afirmarse que en los últimos años han existido sólo dos ismos políticos en nuestro país. Uno predominó en la década del 90 y el otro lo hace actualmente. Sólo el ex presidente Carlos Menem y el fallecido Néstor Kirchner han tenido el tiempo suficiente en el poder (y la capacidad necesaria) para crear una metodología única y distintiva de llevar a cabo su políticas proclamando sus proyectos. 
Sin entrar en el terreno de posicionarse como juez y determinar la bondad o la maldad de cada modelo, debemos decir que ambos han representado una corriente política con un proyecto propio sustentado en una ideología basada en principios distintivos. 
Claro está también que los dos ismos que prevalecieron en nuestro país son totalmente antagónicos. Mientras el menemismo privilegió una política neoliberal basada en la privatización de las empresas, el kirchnerismo buscó perseverar en la estatización de la economía y perseguir obstinadamente la igualdad social de la sociedad.
Más allá de que la desesperación política que atraviesa el líder natural del menemismo en la actualidad, provoque que “diga” ser aliado del Kirchnerismo; no debe dejar de reconocérsele que ha sido el protagonista principal de la política que predominó en la década del 90.
La Rioja sin ismos
Con la decadencia natural del menemismo, nuestra provincia ha entrado en el vacío ismico. El quintelismo y el bederismo han demostrado que su fin es acomodarse en el espacio nacional (o provincial) que mejor pasar posea. Obviamente, debe admitirse la gran lectura política que han demostrado y que les ha permitido mantenerse en el tiempo. Pero de ahí a considerarse un espacio político con un proyecto propio existe un largo camino por recorrer. 
Por su parte, el lunismo –sin subestimar el espacio que conforman- no es más que una variante del kirchnerismo. Debe valorarse que la corriente provincial liderada por la vicegobernador Teresita Luna ha sido la perseguidora más fiel (y de la primera hora) con la que el Gobierno Nacional ha contado en La Rioja. El lunismo ha manifestado su concordancia con el kirchnersimo incluso cuando los k no era sinónimo de respaldo popular, sino –por el contrario- muy cuestionados en la sociedad. En La Rioja, Kirchnerismo y lunismo no se pueden diferenciar; nadie puede dudar de ello. 
No se pretende aquí eliminar o acabar los espacios políticos locales. Se puede entender que los medios se refieran a alguna figura política con el término “ismo” para identificarlo con su líder; el problema es cuando los propios políticos se sienten que han construido un espacio representativo único y distintivo porque lo califican con “ismo”.
Habría que comunicarles a algunos políticos riojanos que su tarea no se reduce a conseguir un “ismo” propio, sino trabajar para construir un espacio político que luche por los derechos del ciudadano proclamando su ideología y principios sin “confundir” al votante. Si consiguen concretar dicho trabajo, el calificativo de ismo decaerá naturalmente con el tiempo. 
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miércoles, 24 de agosto de 2011

EN POLÍTICA NO SE PUEDE TRIUNFAR SIN SER INSTITUCIONAL



REVISTA MAGNA. BUENOS AIRES

Hace cuatro años Luís Juez ponía en duda la institucionalidad de la Junta Electoral de Córdoba denunciando “fraude”. Hoy, muchos dicen que se convirtió en un cadáver político.
La atención que implica una elección presidencial (más allá de que se trate de una interna) muchas veces deja de lado hechos importantes que merecen un análisis exclusivo y exhaustivo. La derrota de Luís Juez en manos de su clásico rival, De la Sota en Córdoba por 13 puntos de diferencia es uno de esos hechos.
La magnitud de dicha derrota no se limita solamente a perder la gobernación de la provincia mediterránea, el candidato del Frente Cívico redujo considerablemente su poder, llegando al piso de no contar con motivo alguno para festejar. Sólo la victoria en la intendencia de Jesús María (en realidad es mérito de su vice Marcelino Gatica) fue la única buena noticia para el Frente Cívico.
Pero la catástrofe electoral de Juez no termina ahí: el próximo 18 de septiembre se disputarán lasImagen: sosperiodista.com.arImagen: sosperiodista.com.ar elecciones a intendente de la capital cordobesa (bastión donde Juez siempre gozó de amplia ventaja) y el representante de su espacio (Esteban Domina) no tiene ninguna posibilidad de acercarse al triunfo.
Estaríamos entonces frente a la confirmación del funeral político de Luís Juez. Una figura política que no tiene en su poder la gobernación; no posee ciudades importantes que lo respalden; su fuerza en el poder legislativo será casi nula y su bastión estará en manos del radicalismo (Ramón Mestre). Sólo le quedará el consuelo de disfrutar los dos años que le restan por cumplir en el Senado Nacional, transformándose en una quimera conseguir en las urnas la posibilidad de revocar su mandato.
Para comprender cómo Juez dilapidó la posibilidad de crecer en el escenario político provincial (y nacional), repasemos sus orígenes:
En el año 2003 la figura de Luís Juez se consolidaba en la provincia cordobesa obteniendo la intendencia capitalina. No fue un hecho menor, ya que se trató de un político que logró obtener un rutilante triunfo sin pertenecer a los dos partidos tradicionales (UCR o PJ).
El intendente electo se había hecho conocido apenas dos años antes cuando pegó un portazo a su puesto en el Gobierno Provincial de José Manuel De la Sota. Desde allí, utilizó su verborragia y carisma para disparar con munición gruesa contra su ex jefe. La sensación que existía por entonces del “que se vayan todos” más la rebeldía que caracteriza a los electores de Córdoba capital, le permitieron al líder del Partido Nuevo (así llamó a su espacio) acceder al mando de una de las ciudades más importantes del país.
Luego de cumplir el mandato sólo de manera “satisfactoria”, Juez decidió ir por la gobernación enfrentando al “soldado” delasotista Juan Schiaretti. La elección se llevó a cabo el 2 de septiembre y quedará en la historia como una de las más reñidas. El candidato justicialista se impuso por menos de 0,5 puntos porcentuales sobre el flamante intendente capitalino.
Según la mayoría de los analistas políticos, esa misma noche Luís Juez le puso fecha de vencimiento a su carrera política. Con la frase “Nos robaron la elección”, denunció “fraude” y descreyó de la justicia electoral de su provincia realizando un escándalo que tomó dimensiones nacionales. ¿Cómo un político que dice creer en la democracia denuncia el sistema electoral que le permitiría acceder al puesto deseado?
En el corto plazo, Juez cumplió sus objetivos. Su imagen positiva subió considerablemente en toda la provincia y convenció a muchos de que se había provocado el “fraude” que él denunciaba. Pero la política no es un arte del corto plazo; por el contrario es una ciencia pensada a largo plazo. Dos años después del “fraude” denunciado por Juez, se realizaron las elecciones a Senador Nacional en las que decidió presentarse.
La consigna de la oposición fue lógica: ¿Puede una persona pensar –sinceramente- que fue perjudicada en una elección y luego presentarse a otra con las mismas normas y regulada por la misma justicia?El envión que arrastraba el carismático Juez le permitió obtener el triunfo en las elecciones legislativas, pero no por el margen que él mismo esperaba. Aventajó por sólo cuatro puntos a la UCR (su candidato era Aguad). Juez sabía que con el 34% conseguido en el 2009 no le alcanzaría para conseguir la gobernación dos años después: predecía su trágico final.
Las elecciones del 7 de agosto llegaron y hasta dos horas después de terminada la votación, Juez denunciaba que los porcentajes que arrojaban las “bocas de urnas” eran operaciones mediáticas lideradas por De la Sota. Suceguera y necedad no tenían límites.
Finalmente, lo que se preveía se concretó: De la Sota obtuvo una victoria apabullante ridiculizando el potencial político de Luís Juez.
Se podría decir que las elecciones confirmaron el viejo presagio que afirma que “con el carisma no alcanza para triunfar en política”. Nadie duda del encanto y la capacidad de habla que posee Luís Juez como tampoco de que sin creer en la justicia electoral pueda triunfar en política. Es tan obvio como práctico aclararlo.
Ese fue el andar de Juez por la política. Privilegió el carisma y la verborragia por sobre la institucionalidad. Los resultados están a la vista.
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